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8
6.9
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Fantástico. Terror. Intriga. Romance
Una de las tres hijas de un mercader, se adentra en el bosque buscando ayuda para su padre enfermo, hasta que es raptada por una bestia que sufre una maldición. La bestia, cautivada por la belleza de la joven, decide retenerla en su castillo pero no atacarla. La chica, ayudará a la bestia a vencer la maldición. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2021
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Esta asombrosa película checa de 1978 es la versión más original e interesante que he visto del conocido cuento La Bella y La Bestia. Para mí, la mejor versión, por supuesto, es la de Cocteau, con Jossette day y Jean Marais; mejor versión televisiva, la interpretada por Susan Sarandon en Los Cuentos de las Estrellas; las de Disney son, simplemente, correctas y entretenidas, y la francesa de Cassel/ Seydoux, también entretenida y bastante lujosa.
En esta versión, llamada Panna a netvor ( La doncella y la bestia), sin embargo, la relativa pobreza de una producción más realista que vistosa se ve ampliamente compensada por un alarde de imaginación y una riqueza de subtextos que supera ( y ya es decir) la versión de Cocteau, y que la convierte en una versión mucho más oscura y adulta. No es una palícula para niños, tampoco para adolescentes, y desde luego tampoco para quien se conforme con lecturas más infantiles y superficiales, o para quienes busquen un despliegue de lujosos vestidos y efectos especiales sofisticados. Una película que con los espectadores de hoy probablemente no podría haberse hecho. Más cuento de terror que cuento de hadas, y más ejercicio de introspección y maduración personal que relato de aventuras y amor para entretener. Luz y oscuridad se equilibran y son capaces de convivir, así como de superar las tentaciones de reducir toda la realidad a una sola de sus dos caras.
Mención muy especial a las excelentes interpretaciones de los protagonistas ( más visible la luminosa Zdena Studenkova), a los inquietantes títulos de crédito, a la maravillosa música ( con esas melodías de órgano para subrayar los momentos de terror, y el bello tema a piano asociado a Julie), a la hermosa fotografía, luminosa o lóbrega según las necesidades del relato, y al muy imaginativo uso de los escenarios, que van alternando lo cotidiano ( el pueblo o la casa de Bella) con lo inquietante ( el bosque) o lo terrorífico ( el jardín y el castillo de la Bestia, visualizados como espacios abandonados y en decadencia)
En esta versión, llamada Panna a netvor ( La doncella y la bestia), sin embargo, la relativa pobreza de una producción más realista que vistosa se ve ampliamente compensada por un alarde de imaginación y una riqueza de subtextos que supera ( y ya es decir) la versión de Cocteau, y que la convierte en una versión mucho más oscura y adulta. No es una palícula para niños, tampoco para adolescentes, y desde luego tampoco para quien se conforme con lecturas más infantiles y superficiales, o para quienes busquen un despliegue de lujosos vestidos y efectos especiales sofisticados. Una película que con los espectadores de hoy probablemente no podría haberse hecho. Más cuento de terror que cuento de hadas, y más ejercicio de introspección y maduración personal que relato de aventuras y amor para entretener. Luz y oscuridad se equilibran y son capaces de convivir, así como de superar las tentaciones de reducir toda la realidad a una sola de sus dos caras.
Mención muy especial a las excelentes interpretaciones de los protagonistas ( más visible la luminosa Zdena Studenkova), a los inquietantes títulos de crédito, a la maravillosa música ( con esas melodías de órgano para subrayar los momentos de terror, y el bello tema a piano asociado a Julie), a la hermosa fotografía, luminosa o lóbrega según las necesidades del relato, y al muy imaginativo uso de los escenarios, que van alternando lo cotidiano ( el pueblo o la casa de Bella) con lo inquietante ( el bosque) o lo terrorífico ( el jardín y el castillo de la Bestia, visualizados como espacios abandonados y en decadencia)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La narración del conocido cuento se reduce a sus elementos esenciales, y recuerda bastante a la de Cocteau, aunque suprime personajes como Avenant, añade otros, y matiza un poco los del padre y las hermanas. Pero la sección central, que desarrolla la relación que se va estableciendo entre Julie y la Bestia, se enriquece notablemente gracias a un atinado estudio de las emociones y sentimientos de ambos
Así, la Bestia es una Bestia real que ataca, mata y da bastante miedo, como revela el terror de sus víctimas, desde bastante antes de su primera aparición. Ante ello, poco importa que su diseño, con esa monstruosa cabeza de pájaro y la capa de vampiro que ondea tras él, pueda parecernos hoy un poco menos terrorífica, sobre todo si conocemos el desarrollo del cuento. Lo más inquietante de este ser que, pese a todo, conserva una pizca de humanidad en su interior, es esa esquizofrenia que lo lleva a mantener largas conversaciones consigo mismo en las que duda si matar a la muchacha o no. La primera noche del cautiverio de Julie, la muchacha dormirá en una especie de cama de dosel que recuerda bastante a un ataúd, y mientras sueña con un apuesto príncipe, en la realidad la Bestia ha estado a punto de estrangularla. Poco después lo veremos cazar un ciervo para saciar su hambre. Y en noches sucesivas, seguirá dudando si abrirse a la ilusión y dejar ganar espacio a su humanidad; si al principio destroza las estatuas porque le recuerdan su monstruosidad, acabará planteándose en serio dejar libre a su prisionera antes que matarla, aunque eso provoque su propia muerte.
Esta humanidad acabará triunfando cuando se enamora de su prisionera; y será entonces cuando le permita ver su horrible aspecto y, ante el lógico horror de la muchacha, le da la libertad real para abandonarlo, dejando que escape y vuelva con su familia a pesar del sufrimiento que este abandono le causa.
Por su parte, Julie presenta un carácter ingenuo y amable en las escenas de su ambiente familiar. Destaca su relación afectuosa con sus hermanas, mayores que ella y también más materialistas y superficiales, además de la especial cercanía con el padre, quien ve en ella el retrato de su fallecida madre. Este retrato tendrá su importancia; cuando el mercader pierde su fortuna, es lo único valioso que le queda, por lo que emprende un viaje para venderlo. En el transcurso de este viaje, atravesará el bosque y acabará llegando al castillo abandonado de la Bestia, donde recibe su hospitalidad sin que se deje ver. La Bestia decidirá quedarse con el retrato, pagando una fortuna por él. Por desgracia, el mercader cortará una rosa para Julie antes de irse, lo que desencadena la ira de la Bestia. El aterrado mercader pide perdón, pero la Bestia lo condena a muerte a menos que una de sus hijas tome su lugar, a lo que el padre se niega, pero ruega que le permita volver a su casa y poner en orden sus asuntos.
La heroína resulta un personaje fascinante, entre la infancia de la que al principio no quiere desprenderse y una madurez que adquiere poco a poco. La joven-niña que no quería casarse para no dejar a su padre crece ante nuestros ojos: empieza por salvar a su padre, aprende a sobrevivir en un entorno extraño, y acaba por convertirse en una mujer adulta. La Julie que vuelve con su familia no es ya la niña que se fue; y la que decide volver junto al monstruo toma su decisión con plena conciencia.
El desarrollo de la historia de amor es uno de los puntos fuertes de la película, y presenta de manera natural el nacimiento del afecto entre Julie y la Bestia, afecto que no excluye una sensualidad muy sutil que fluye como una atracción subterránea en ambos, una mezcla de atracción y repulsión que acabará por conducir a ambos al verdadero amor.
Así, la Bestia es una Bestia real que ataca, mata y da bastante miedo, como revela el terror de sus víctimas, desde bastante antes de su primera aparición. Ante ello, poco importa que su diseño, con esa monstruosa cabeza de pájaro y la capa de vampiro que ondea tras él, pueda parecernos hoy un poco menos terrorífica, sobre todo si conocemos el desarrollo del cuento. Lo más inquietante de este ser que, pese a todo, conserva una pizca de humanidad en su interior, es esa esquizofrenia que lo lleva a mantener largas conversaciones consigo mismo en las que duda si matar a la muchacha o no. La primera noche del cautiverio de Julie, la muchacha dormirá en una especie de cama de dosel que recuerda bastante a un ataúd, y mientras sueña con un apuesto príncipe, en la realidad la Bestia ha estado a punto de estrangularla. Poco después lo veremos cazar un ciervo para saciar su hambre. Y en noches sucesivas, seguirá dudando si abrirse a la ilusión y dejar ganar espacio a su humanidad; si al principio destroza las estatuas porque le recuerdan su monstruosidad, acabará planteándose en serio dejar libre a su prisionera antes que matarla, aunque eso provoque su propia muerte.
Esta humanidad acabará triunfando cuando se enamora de su prisionera; y será entonces cuando le permita ver su horrible aspecto y, ante el lógico horror de la muchacha, le da la libertad real para abandonarlo, dejando que escape y vuelva con su familia a pesar del sufrimiento que este abandono le causa.
Por su parte, Julie presenta un carácter ingenuo y amable en las escenas de su ambiente familiar. Destaca su relación afectuosa con sus hermanas, mayores que ella y también más materialistas y superficiales, además de la especial cercanía con el padre, quien ve en ella el retrato de su fallecida madre. Este retrato tendrá su importancia; cuando el mercader pierde su fortuna, es lo único valioso que le queda, por lo que emprende un viaje para venderlo. En el transcurso de este viaje, atravesará el bosque y acabará llegando al castillo abandonado de la Bestia, donde recibe su hospitalidad sin que se deje ver. La Bestia decidirá quedarse con el retrato, pagando una fortuna por él. Por desgracia, el mercader cortará una rosa para Julie antes de irse, lo que desencadena la ira de la Bestia. El aterrado mercader pide perdón, pero la Bestia lo condena a muerte a menos que una de sus hijas tome su lugar, a lo que el padre se niega, pero ruega que le permita volver a su casa y poner en orden sus asuntos.
La heroína resulta un personaje fascinante, entre la infancia de la que al principio no quiere desprenderse y una madurez que adquiere poco a poco. La joven-niña que no quería casarse para no dejar a su padre crece ante nuestros ojos: empieza por salvar a su padre, aprende a sobrevivir en un entorno extraño, y acaba por convertirse en una mujer adulta. La Julie que vuelve con su familia no es ya la niña que se fue; y la que decide volver junto al monstruo toma su decisión con plena conciencia.
El desarrollo de la historia de amor es uno de los puntos fuertes de la película, y presenta de manera natural el nacimiento del afecto entre Julie y la Bestia, afecto que no excluye una sensualidad muy sutil que fluye como una atracción subterránea en ambos, una mezcla de atracción y repulsión que acabará por conducir a ambos al verdadero amor.