Dios Mío. Estoy prácticamente sin palabras. Estoy segura de que vista en la televisión a más de uno se le van a saltar las lágrimas, pero vista en el cine es para pagar una millonada. He aquí una obra maestra a la que ni "El Indomable Will Hunting" ni "Una Mente Maravillosa" le llegan ni a la altura del betún (todos mis respetos al trabajo de Russel Crowe, Joaquin Phoenix, Matt Damon, Minnie Driver y compañía). Pero es que la actuación de Eddie Redmayne es sencillamente insuperable. No hay Dios que se atreva a interpretar a un genio de personalidad arrebatadora, inteligencia suprema y capaz de sentir todo tipo de emociones, desde la ilusión por la luz que de forma imparable ilumina su mente haciendo avanzar a la Humanidad a pasos de gigante, hasta la rabia y la frustración (y el temor) ante lo que se avecina; esta historia sin parangón me ha recordado a la de Jacqueline Du Pre; dos personalidades descollantes cuyos sueños y futuro se vieron truncados por una zancadilla de la naturaleza del cuerpo humano. En estos casos, se lamenta profundamente la pérdida paulatina de mentes brillantes... un momento, ¿he escrito "pérdida"?, perdón. A Stephen le comunican que le quedan dos años de vida a los 21 años y ahora tiene nada menos que 72 años; es mundialmente reconocido y admirado. Esta es una historia real que nos narra cómo una persona bellísima logra superar los escollos que le pone la vida; los supera, les hace frente con un buen par de agallas... Le pongo un diez sin discusión, porque desde que la vi en el cine quiero leerme todos los libros de Stephen Hawkins (me apasiona el tema del universo, la astronomía y todo ello relacionado también con el tiempo, es decir, un paso más allá de la Teoría de la Relatividad de Einstein); y que una película consiga que yo quiera leerme todos los libros que ha escrito el protagonista... eso no lo consigue una peliculilla cualquiera. Y por si aún quedan dudas sobre si ir a verla o no, diré que el romance entre Stephen y Jane, su gran amor, parece una relación real (bueno, por algo está basada en una historia real), pero lo que quiero decir es que ni una vez cae en los clichés de siempre; no encontrarás ni un solo topicazo propio de las típicas películas románticas. Nada de distorsiones de la vida real de Stephen Hawkins; esta es la verdad pura y dura. En resumidas cuentas; "La teoría del Todo" tiene mi bendición. ¡Todo un homenaje al Séptimo Arte!