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Voto de Fco Javier Rodríguez Barranco:
8
Drama En una Canadá ficticia, se aprueba una ley que permite que los padres incapaces de controlar a sus hijos problemáticos les internen en un centro especial. Sin embargo, Diane "Die" Despres, una madre viuda con carácter, decide educar ella misma a su hijo adolescente Steve, que padece ADHD y que puede llegar a resultar violento. Kyla, la vecina de enfrente de su casa, le ofrece su ayuda a Die. La relación entre los tres se hará cada vez ... [+]
10 de enero de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son muy pocas las películas canadienses que tenemos ocasión de ver en España. Mencionemos, pues, Cuando cae la noche (1995), de Patricia Rozema, que obtuvo el Premio del público en el Festival de Berlín, Profesor Lazhar (2001), de Philippe Falardeau, ampliamente premiada dentro y fuera de Canadá, y Mommy (2014), del jovencísimo Xavier Dolan y que también ha sido galardonada en diferentes festivales.

Lo verdaderamente importante es que esas tres plantean el mismo conflicto de fondo, es decir, las emociones amputadas en una sociedad muy restrictiva afectivamente, lo que contradice la defensa de la libertad y los derechos sociales característica de Canadá. Sin embargo, en esas tres películas la situación es bastante más represiva a nivel personal, con todo lo que eso implica.

Cabe añadir una cuarta, La gran seducción, que se aproxima a una comedia, pero se trata realmente de un remake de otra francesa.

Cuando cae la noche nos plantea una relación entre una trapecista y una profesora estándar en un colegio de moral muy conservadora y de la que se espera un matrimonio estándar con un compañero de la misma escuela y, en definitiva, una vida estándar. Para ser del todo exacto, lo que el filme de Rozema muestra es la fractura social que un amor lésbico significa en una comunidad poco proclive al vuelo libre de los sentimientos y la libertad sexual. Hemos de comentar que este largometraje se rodó en 1995, ocho años antes de que se aprobaran en el 10 de junio de 2003 los matrimonios homosexuales en la provincia de Ontario y fue la primera aprobación en Canadá (la más tardía fue la de la provincia de Nuevo Brunswick, el 23 de junio de 2005).

En alguna ocasión he oído comentar que los niños en Canadá no juegan ya en los parques ni en las calles por temor a un secuestro, y ése el contexto en que se sitúa la acción de Profesor Lazhar, con todas las reminiscencias evangélicas que este nombre evoca, dado que en el filme de Falardeau el drama se desencadena por la actitud ultraproteccionista de los centros docentes canadienses, donde existe tolerancia cero (palabras textuales) al contacto con los alumnos y yo considero la pederastia como uno de los crímenes más atroces de la humanidad, pero la carencia de abrazos, o una simple palmada afectiva, deshumaniza las relaciones. Pongámonos, pues, en el caso de Lazhar, argelino que ha solicitado asilo político en Canadá, porque toda su familia ha sido brutalmente asesinada y él está amenazado de muerte, y se encuentra que en el colegio donde empieza a trabajar el principal problema es que no se puede tocar a los niños para nada. Y hasta tal punto es un trauma, que la película se inicia con una profesora que se suicida por ahorcamiento en un aula dado que ha sido acusada de agarrar a un niño.

En cuanto a Mommy, me parece un gran ejemplo de una trama que se subordina al diseño de los perfiles psicológicos de los personajes, y casi casi que se anula. Dice así la sinopsis oficial de este largometraje: “En una Canadá ficticia, se aprueba una ley que permite que los padres angustiados abandonen a sus hijos enfermos en el hospital. Sin embargo, Diane “Die” Despres, una valerosa viuda, decide educar ella misma a su hijo Steve, que padece ADHD. Kyla, una misteriosa vecina, les ofrece su ayuda. La relación con esta misteriosa mujer se hace cada vez más estrecha y surgen preguntas sobre el misterio de su vida”. Y eso es todo. Cinco líneas de trama argumental, puesto que todas las secuencias que articulan esta película están presididas por la idea de construir los personajes, o, para ser más exactos, plasmar en escenas las disfunciones físicas y psicológicas que los muñones de cariño imponen a cada uno de sus integrantes. Plasticidad de caracteres. Padecimientos encadenados.

Por lo tanto, el verdadero sentido de Mommy es la castración emocional, siendo así que ADHD es el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. Todo ello en una sociedad que considera que el amor no es suficiente para resolver estas situaciones; una sociedad que estigmatiza a quienes más afecto necesitan, hasta el punto de recluirles en hospitales psiquiátricos.

El problema de Steve se desencadena cuando pierde a su padre y partir de ahí se enfrenta a los monstruos de su propia enfermedad, con numerosos episodios de violencia, indefinición sexual, complejo de Edipo, etc. Por muy manido que pueda parecer, lo que Steve necesita es amor.

Pero también está Kyla, profesora de Secundaria, que ha perdido el uso normal de la palabra por la insatisfacción propia de un matrimonio sin alicientes. Pero Kyla deja de tartamudear cuando empieza a ocuparse de Steve y de su educación. Por muy manido que pueda parecer, lo que Kyla necesita es dar un sentido a su vida.

Y tenemos, por fin, a Diane, que firme Die, que ya sabemos lo que significa en inglés, aunque la lengua de la película es ferozmente francesa, pero por algún lado ha de salir el bilingüismo canadiense. Diane, la madre, es una superviviente, bastante poco convencional y desinhibida, para ser del todo preciso. No se trata de una viuda desconsolada, sino de una persona que se echa la vida a la espalda y tira para adelante como puede. Incluso se atreve a traducir libros infantiles, cuando a duras penas conoce su propia lengua. Una madre a su manera, no especialmente exquisita, pero todo un milagro de calor entre tanta frialdad.

Para concluir, me gustaría comentar que Mommy está rodada en 1:1, lo que significa un formato cuadrado, aunque en ocasión se estrecha y otras se ensancha hasta casi conseguir el cinemascope, lo cual corresponde a los momentos más oscuros y más luminosos, respectivamente, del filme, muy escasos estos últimos. En palabras del propio Dolan, ese modo de grabar corresponde a su deseo de narrar con la mayor sencillez posible, en unas proporciones que son las habituales de las carátulas de los CDs, y en último extremo a las particulares preferencias de André Turpin, el director de fotografía.
Fco Javier Rodríguez Barranco
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