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España España · Valencia
Voto de Javi:
8
Aventuras. Drama Nueva adaptación de la novela homónima de Herman Melville. Ahab (Gregory Peck), el capitán del Pequod, un barco ballenero, vive obsesionado por dar caza a Moby Dick, la gran ballena blanca que le arrancó una pierna y lo llenó de odio y sed de venganza. Por esta razón, consagra su vida a navegar incansablemente por los siete mares con el fin de capturar a su presa. (FILMAFFINITY)
3 de diciembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llenarse de ira contra un animal estúpido que actuó por instinto ciego es blasfemo

John Huston se puede calificar como uno de los más grandes directores de la historia. En su variada filmografía abundan estupendas películas como El hombre que pudo reinar, Cayo Largo, El Halcón Maltés y La Reina de Africa junto con otras notables películas como El juez de la horca, Sólo Dios los sabe y La Jungla de Asfalto. En 1956, llevó a la gran pantalla un proyecto que tenía en mente durante muchos años, luchando contra los grandes estudios para poder hacerla y con un coste cercano a los 5 millones de dólares. Moby Dick era una adaptación bastante fiel del libro de Herman Melville, pero resultó ser un fracaso en taquilla. La razón fue, aunque parezca extraño dada su estupenda actuación, a la intervención de Gregory Peck en el papel del capitán Ahab, ya que hasta entonces el publico americano estaba acostumbrado a verle en papeles heróicos, de buen tipo afable, que reunía esos valores que los americanos tanto valoran. Pero Huston insistió en Peck. Fue sorpresivo verle como un capitán demente y obsesionado en caza de una gigantesca ballena que le arrancó una pierna.

A pesar de esos problemas en taquilla y la dificultad en atraer al público de la época, actualmente puede considerarse a Moby Dick como una de las películas más interesantes en la filmografía de John Huston. Fue un director muy detallista y retrata con mucha precisión la vida cotidiana de un ballenero y retrata ambientes de esa época, como la recreación de esa iglesia con ese púlpito en forma de proa de barco, las facciones de la gente del lugar y sobretodo, como se cazaba una ballena, la despedazan y hacen aceite con su carne. Las secuencias de caza están filmadas desde la perspectiva de los marineros, sin renunciar en ningún momento a realizar acciones valientes y peligrosas. La inclusión de esas escenas en una película de estas características no es nada sorprendente, dándole un sello de autenticidad. En cambio, Huston tiene el descaro de incluir una secuencia que se balancea entre la mitología de la mitología y la fantasía: El Fuego de San Telmo. Sin embargo, lejos de caer en el ridículo, le da al capitán Ahab como una especie de aura mística entre su tripulación. Parece ya más un ángel redentor que va a luchar contra el Diablo y la tripulación le sigue con fe ciega.

Huston se permite el lujo de dejar pasar media hora hasta que aparece Peck/Ahab, siendo una aparición esperada con cierta expectativa y desarrollando en Ahab uno de los temas más recurrentes en su filmografía: el estudio de las debilidades humanas. La novela de Melville es un tratado casi espiritual de la relación del hombre con su mundo y su Dios, aunque Huston prefiere centrarse más en los conflictos más visualmente llamativos y enfoca más la película a la obsesiva firmeza de Ahab y ese pacto faustiano que establece con su tripulación. El guión contiene algunos largos monólogos que permiten al espectador conocer al capitán de un poco mejor, pero rompen el ritmo de la acción. Peck consigue realizar uno de sus mejores papeles ya que su Ahab transmite totalmente su locura y obsesión de manera notable. Es un personaje que puede caer en momentos de cierta exageración, pero Peck da muestras de lo gran actor que es, con una escena final inolvidable que forma parte de la historia del cine. Richars Basehart da vida a Ismael, quien simplemente es el narrador de todo lo que está pasando, un observador de esa espiral obsesiva. Friedrich von Ledebur impacto con su maquillaje siendo el arponero maorí Queequeg. Y Orson Welles realiza en la película lo que más le gustaba: hacer un monólogo. Y ciertamente es muy bueno, más aún enmarcado en ese pulpito en forma de proa de barco dentro de la iglesia.

Las escenas de acción son impecables. Y es que para aquellos que creen que solo un ordenador es capaz de crear monstruos creibles, la recreación de la gigantesca ballena Moby Dick les hará entender que no todos los buenos efectos especiales se hacen con ordenador. La artesanía de como está hecho Moby Dick resulta impresionante y realista. Huston también se apoya en un magnifico ejercicio de manejo de cámara, rodando esas escenas con una fuerza inusitada y ayudado por la música de Philip Sainton. La fotografía posee un color irreal y terrorífico que además nos sumerge en un ambiente realmente interesante.

En definitiva, una película tensa y bien hecha, Moby Dick es uno de los mejores ejemplos del género "hombre-contra-bestia-de-la naturaleza", al lado de King Kong (1933), Los Pájaros y, por supuesto, Tiburón.
Javi
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