Su rollo místico más que puramente aventurero trae consigo la paradoja de encontrar un mundo más caótico que el de la mayoría de los estándares. Muy distinta a lo que nos tienen acostumbrados en las formas, no elude su responsabilidad para con el fondo. Más cercana en contexto al Batman de Nolan o al Neo de Matrix, sigue fiel las reglas del juego de 'hombre elegido': desdicha personal, descubrimiento y formación hasta llegar a afianzarse en lo que estaba llamado a ser, poniendo en tela de juicio una baza ya ciertamente manida, al colocar en la balanza del héroe el orgullo personal frente al compromiso social para quien Benedict Cumberbatch parece el adecuado. Esa combinación de porte británico más altanería que tan bien expresa el actor londinense, hacen que extraño sea algo más que el apellido que acompañe al ídolo.
Su magnetismo semi-alucinógeno encuentra el hábitat perfecto para que en esos múltiples giros físicos de 180º, donde ayer escuchabas cómo se movían los dientes de los engranajes, hoy dude si estoy asistiendo a una película o un videojuego de plataformas, persistente en conducirme a la encrucijada de sucumbir ante el vértigo o dejarme arrastrar con placer por esos coladeros de la relación espacio tiempo. Afortunadamente, mide el tempo perfecto para que la suma de hechos, actores y efectos acaben influyendo en modo positivo. Te hechizará.