Dicen que toda comparativa resulta odiosa y por algo es. El nuevo remake del Superman de Richard Donner es un buen Superman pero no hace olvidar al original. Como no podía ser de otro modo, conforme marcan los tiempos, es más estruendosa, más rimbombante e incluso el traje de faena parece más adecuado o estar más a la altura del superhéroe que se lo enfunda, lejos de aquella especie de pijama con capa que exhibía el desaparecido Christopher Reeve, pero le falta el encanto y la naturalidad de la primera, como la adopción de un Clark Kent patoso y distraído que hacía mayor contraste cuando aparecía en acción su álter ego.
En lo que sí imita bien a su predecesora original es en la aparición de secundarios de lujo. Pero el principal problema, que no es exclusivo de este remake y aunque es de una interpretación mucho más personal, es que Superman sólo hubo uno, y hablo del actor que lo encarnó, no la película, aunque también podría referirme a ella. Y tengo la impresión de que el gusto es compartido por la mayoría.
Por cierto... ¿alguien sabe dónde se ha metido Lex Luthor? Lo he echado en falta.