Muchas veces el mundo del superhéroe -aunque no necesariamente es exclusivo de éste género, pasa también en otros, pero no dejan de estar todos relacionados- va ligado a teorías conspiratorias y traiciones de Estado a las cuales se tiene que enfrentar el personaje de turno. Enemigos creados desde dentro del sistema por una mano negra, corrompida, ambiciosa y con ansias de poder, lo que le da a la trama, con el tiempo, un cariz distinto. El tiempo justo que tarda el protagonista en averiguar los subterfugios que componen a veces ese sistema y despertar del shock que esto provoca. Este es, precisamente, el caso de este “Capitán América: El soldado de invierno”.
La vuelta de Steve Rogers como Capitán América tras su periplo (inicial) por “Los Vengadores” es una grandiosa vuelta y el espectacular comienzo con el que arranca no se convierte después en una falsa promesa. La siniestralidad del enigmático "antihéroe" unido a las poderosas conspiraciones a las que antes aludía como fuentes de todo mal, tornan en una intensa trama que mejora a la ya de por sí gran primera parte.
Y cómo no, reseñar las espectaculares secuencias de acción, que aunque siempre sean el anzuelo principal no tienen por qué ser el simple adorno de un argumento carente de interés.