First reformed. Primera (iglesia) reformada. Película escrita y dirigida por Paul Schrader que se inscribe dentro de una preocupación general de directores actuales con sensibilidad religiosa entre los que se encuentra nuestro autor junto a Malick, Haneke, Von Trier, Scorsese, Wenders, Aronofski, Zemeckis, por referir algunos de los más reconocidos. No se trata de películas proselitistas ni tan siquiera apologéticas sino de aportaciones a una importante cuestión: ¿Cómo vivir hoy la religión? Y más concretamente para estos autores, ¿Cómo vivir la herencia cristiana hoy? Schader no parte de una crisis de fe en el protagonista. No hay duda. En El reverendo, la noción de respuesta que intenta dar el protagonista no se enfrenta a la noción de pregunta o de duda en el sentido de resolver un problema planteado, sino al sentido de llamada, es decir, cómo responder a la manera de existir propuesta por el Evangelio de Jesús que lo ha llamado a su servicio. La voluntad cuando quiere creer, cuando necesita creer y decide creer, no pide permiso a los argumentos de la razón, ni a los discursos sociales imperantes que penalizan la trascendencia como afirmaba Ronald Laing, sino que se adentra en las sendas de lo sagrado. El reverendo se ofusca y aturde porque ve la fe, y concretamente la fe americana, empantanada en la mitología política y económica de la sociedad que convierte a la religión en un instrumento para afirmar la estructura de clases, la sociedad del mérito, las iniciativas bélicas y las reticencias al cuidado de la tierra. El centro social de la película es evidentemente la religiosidad americana. En las respuestas del reverendo, Schrader, nos plantea tres posibilidades. Primera, el camino fanatizado que busca en la violencia la purificación del mal; camino muy del gusto americano y de los yihadistas que ya explorara Schrader en su guión de Taxi driver. El segundo la autoinmolación, la entrega sacrificial con mortificación de la carne y suicidio terrible con cáusticos incluido. Las dos son evitadas por la aparición de la protagonista que encarna con su hijo en el vientre la opción triunfante: la senda del amor, la entrega y la vida. El Evangelio no resuelve el problema del mal a nivel teórico; hace una llamada a la acción que disminuya la cantidad de sufrimiento en el mundo. Al cuidado de los unos por los otros.