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Voto de robertvettiger:
8
6.2
174
Documental Cada año, en Italia, en Europa y en el mundo entero, más personas afirman estar poseídas por el diablo. La Iglesia Católica responde a esta emergencia formando a más curas en el exorcismo. El Padre Cataldo es uno de ellos. Gloria, Enrico, Anna y Giulia asisten a las misas del Padre Cataldo y buscan un remedio para su enfermedad, que no tiene nombre ni solución. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar para mostrar a los otros su ... [+]
15 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi país Liberami; Aka: Deliver us, aka: Libera Nos, pasó por SANFIC (Festival de Cine de Santiago), con poco o ningún revuelo, de hecho, no me enteré hasta tres meses después de su exhibición. Debí recurrir a comprar el Blue Ray, con el fin de entregarme al análisis de un tema que desde mi niñez ha atrapado mi atención, y, debo declarar con la más absoluta humildad, que este interés proviene de mi extraña falta de temor a la posesión como fenómeno más allá de la esfera de lo propiamente psico o neuropatológico. Vivir en una familia Católica, dada a visiones modernas de lo que se piensa es la "Fe"...con todo lo subjetivo que puede resultar este vocablo en nuestra lengua, genera ciertos anticuerpos ante las visiones más bucólicas o pretéritas sobre la fuente de nuestros humanos padeceres. Siempre me causó más terror ver Nattvardsgästern de Bergman que cualquier exorcista, cosa extraterrestre, ente u otra de las mil denominaciones más. Llegados a este punto debo confesarlo: ¡ME DAN MÁS MIEDO LOS AUTODENOMINADOS SERES HUMANOS!, Quizás por eso una vez llegado el famoso Blue Ray, no pude dejar de ver el documental, una y otra vez durante los siguientes cuatro días. Hace poco lo he apagado por fin después de cinco funciones totales. Justamente es debido a mi confesión previa por lo cual su visualización me ha resultado profundamente aterradora. Ver una y otra vez, a esas personas en una perpetua peregrinación, algunas veces en busca de atención otras de sentido ante ese vacío existencial al que nos arroja a muchos la modernidad termina por revelarse como algo tan cotidiano y coherente como un noticiario de media mañana. El lamento desesperado de esos seres en busca de alguna acogida humana a su sufrimiento es sobrecogedor, hay veces que enternece, otras irrita, pero sin lugar a dudas la cámara de Greta y Carlo, nos acorta la distancia, nos permite introducir nuestra empatía, o la falta de esta, en medio del encuadre. Federica habla en variadas entrevistas de que su idea inicial versaba sobre un documental sobre las adicciones en el mundo moderno; y que más adictivo, más necesario que el contacto humano, que la necesaria búsqueda de comprensión por los medios que sea. El grito más desgarrador de este notable documental de ritmo preciso y acompasado es el silencio de las víctimas en las salas de espera, en las misas de liberación de corte carismático y por sobre estos el silencio notable ya casi al final del documental del notable pero machista padre franciscano Cataldo Migliazzo: Acogedor, violento, fanático y tolerante, cansado pero nunca apático, sensible pero con un tinte de vanidad que todo ser humano posee sobretodo si tiene pretensiones celestes.
Hay escenas, miradas, gestos, y a veces, sólo a veces, me parece al dejar mi propia sala y caminar para reflexionar sobre este documental que el mundo entero está poseído de aburrimiento y ansiedad, y que en el film los curas parecían a veces las víctimas de esa demanda modernísima.
Qué simple sería la vida si el mal se encarnara en no poder rezar, en que una muchacha se vista de forma poco decorosa, en que un joven no pueda ni quiera dejar de drogarse, en ser ateo e inconsecuente, en estar un poco chiflado y encontrar un .lugar donde dar rienda suelta a nuestras sombras, en poder gritar por infidelidades y algunas cosas más y luego volver al mundo e intentar continuar. Pero hay males más hondos y más profundos. Y mientras satanás corte la leche, se esconda en un peluche, o en la riqueza de un palacete siciliano, no queda otra cosa que aterrarse ante desgracias y tragedias más hondas provocadas por nuestra siempre pendiente humanidad. Y entonces pienso sonriéndome: "Padre Cataldo Ora Pro Nobis".
robertvettiger
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