Lo mejor: Sin duda, James McAvoy y su tour de force interpretativo
Lo peor: La película pierde fuelle a medida que la trama avanza

M. Night Shyamalan está volviendo. Algunos, los creyentes acérrimos de su cine pensaran que nunca se fue, o al menos que su cine se desvaneció antes de lo que se piensa normalmente. Lo que está claro es que Shyamalan, con ‘La visita’, ilusionó a muchos. No se trataba de una película perfecta, ni mucho menos, pero si lo suficientemente interesante como para conseguir mantener la tensión a lo largo de toda la película. Con ‘Split’ Shyamalan da otro paso al frente. Está resucitando.

‘Split’ nos introduce en la cabeza de Kevin, una persona con trastorno de identidad diasociativo que, a través de una de sus identidades, secuestra a tres adolescentes con motivos poco claros. El mayor logro de ‘Split’ se encuentra en James McAvoy, capaz de interpretar diferentes personalidades a lo largo de la película (aunque, aviso, no hará las 23 personalidades que tiene Kevin). Personalidades muy diferentes entre sí pero capaces todas de generar al espectador una gran inquietud. Los personajes que interpreta McAvoy son como bombas esperando ser detonadas y, esa sensación, es lo que permite tensar la película y tensarla… y tensarla…
Hasta que la tensión se rompe. Y ahí es cuando una película que prometía mucho se va desinflando poco a poco. Cuando la tensión estalla, el interés decae y te pasas un buen rato pensando: vale, ahora ya acabará la película… pero no. Sigue… y sigue… y sigue… y eso sin ser una película especialmente larga. Por suerte, la paciencia tiene su recompensa en un final que agradará a los Shyamalaners (entre los que me incluyo)