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Voto de Lafuente Estefanía:
3
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5.0
134
Western
Rosalie es una chica que huye de su familia, porque su padre quiere venderla al primero que pase. Cuando conoce al ingenuo trampero Yanci Hawks, lo sigue hasta la ciudad. Allí se meten en un sinfín de líos hasta que Yanci se ve obligado a rescatarla del salón de baile. (FILMAFFINITY)
6 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Especie de melodrama con algún toque musical ambientado en las montañas del Oeste profundo. Por allí cabalgan al inicio un matrimonio con su joven sobrino Yance Hawks (Murphy), cantando al estilo de los enanitos de Blancanieves ("Al bo, al bo, al bosque a trabajar ...") No lo hacen mal, se acompañan de guitarra y acordeón.
Van felices a vender las pieles cazadas, cuando se encuentran con otro grupo de tramperos que se marchan a California para hacerse agricultores (ojo, no mineros). Y es que las cosas en el bosque van mal: los castores empiezan a escasear. Como buen cazador, el tío duplica en la conversación el número real de piezas cobradas. Luego sabemos que en dos años apenas han capturado 500. Aquí el toque preecológico del tío, cuando recuerda con nostalgia que en 1840 llegó a cobrar 5.000 pieles en una temporada. "Había entonces cientos de castores en los ríos. Si no hubiéramos matado tantos entonces ...", se lamenta con tristeza.
Sigue zona spoiler.
En lo positivo la pieza musical con la que se inicia y acaba la película, así como las interpretaciones de las dos mujeres y la de Roland. Por lo demás, un mal remedo de "La ciudad no es para mí", solo que Paco Martínez Soria es mucho más gracioso que Audie Murphy.
Van felices a vender las pieles cazadas, cuando se encuentran con otro grupo de tramperos que se marchan a California para hacerse agricultores (ojo, no mineros). Y es que las cosas en el bosque van mal: los castores empiezan a escasear. Como buen cazador, el tío duplica en la conversación el número real de piezas cobradas. Luego sabemos que en dos años apenas han capturado 500. Aquí el toque preecológico del tío, cuando recuerda con nostalgia que en 1840 llegó a cobrar 5.000 pieles en una temporada. "Había entonces cientos de castores en los ríos. Si no hubiéramos matado tantos entonces ...", se lamenta con tristeza.
Sigue zona spoiler.
En lo positivo la pieza musical con la que se inicia y acaba la película, así como las interpretaciones de las dos mujeres y la de Roland. Por lo demás, un mal remedo de "La ciudad no es para mí", solo que Paco Martínez Soria es mucho más gracioso que Audie Murphy.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Como hay que vender las pieles y comprar vituallas para la nueva temporada de caza, al pueblo marcha Yanci con su cargamento ... y con una candidez que raya en la imbecilidad. Por el camino se hace cargo de una joven, Rosalie (Dee) que huye de su padre que quiere venderla por unas pocas pieles. En fin, dos desgraciados que aterrizan en el pueblo coincidiendo precisamente con la fiesta del 4 de julio, Independence Day. Allí todo es meterse en líos con borrachos pendencieros, "No es un hombre, es una tripa llena de whisky y una pistola en la mano". Pero también con estafadores, tenderos aprovechados, señoritas de saloon (Dru) e incluso con un sherif, Paul Barter (Roland), con pinta de viejo verde pervertidor de menores que le ha echado el ojo a la cándida Rosalie.
Así va pasando la cinta, de pena en pena, hasta que por fin el bobo Yanci se cae del guindo y empieza a enterarse de lo que pasa. Vende a peso sus excelentes pieles de castor, a seis dólares el kilo, y eso que en su tontuna había aceptado antes sin regatear el precio de cuatro dólares. En cualquier caso baratas nos parecen, no es extraño que estén desapareciendo los castores. Cobra el dinero, compra los encargos y se vuelve "al bosque a trabajar", eso sí, ahora ya bien acompañado.
Así va pasando la cinta, de pena en pena, hasta que por fin el bobo Yanci se cae del guindo y empieza a enterarse de lo que pasa. Vende a peso sus excelentes pieles de castor, a seis dólares el kilo, y eso que en su tontuna había aceptado antes sin regatear el precio de cuatro dólares. En cualquier caso baratas nos parecen, no es extraño que estén desapareciendo los castores. Cobra el dinero, compra los encargos y se vuelve "al bosque a trabajar", eso sí, ahora ya bien acompañado.