Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Lafuente Estefanía:
9
Bélico. Western. Aventuras Un severo coronel de La Unión (Wayne) está al frente de un regimiento que debe infiltrarse en pleno territorio confederado para cumplir una difícil misión. En esta aventura lo acompaña un médico de buenos sentimientos (Holden). Para evitar que revele sus planes al enemigo, se ven obligados a llevarse como rehén a una joven rebelde sureña (Constance Towers) que conoce la misión. (FILMAFFINITY)
11 de diciembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Va un ingeniero, un político, un médico y un actor. Como si fuera un chiste. Pues bien, estas profesiones tienen los dos coroneles y los dos mayores que están al frente de una columna yanqui que ha recibido la orden de cumplir una auténtica "Misión de audaces". Nada menos que adentrarse profundamente en territorio enemigo para destruir el importante nudo de comunicaciones de la ciudad de Newton.
Conviene que nos detengamos en los personajes pues sus caracteres y la evolución que experimentan a lo largo de la obra, constituyen un aspecto muy interesante de la misma. Al frente de la columna va, inevitable, el coronel Marlowe (Wayne), un antiguo ingeniero ferroviario con las formas de un sargento chusquero; le sigue en el escalafón su colega Phil Secord (Bouchey), un hombre pragmático que con algunos toques de humor va preparando ya el salto a la política.
Pero el gran adversario de Marlowe no lo vamos a encontrar entre las tropas sureñas, que aparecen muy poco y siempre en segundo plano. Su gran adversario va a ser el Dr. Kjendall (Holden), médico militar con la graduación de mayor a quien se presenta a menudo con su bata o chaqueta blanca. Formidable "Duelo de titanes" el que nos permite contemplar Ford. Láudano contra Cabeza de hierro, como era conocido el coronel entre los suyos.
En las primeras escenas advertimos ya el desprecio de Marlowe hacia los sanitarios, "La guerra no tiene nada que ver con la civilización, pero ofrece a los médicos la oportunidad de destacar", "¿Qué es lo que de verdad les importa, la vida de esos hombres o su reputación como médicos?" Luego veremos que detrás hay un problema personal: la pérdida de la mujer que amaba por lo que entiende ignorancia profesional. Apenas la extirpación de un tumor, "No tenía nada, murió ... y no maté a ninguno de los médicos". Conclusión: "Los médicos andan a ciegas en su profesión".
Estamos ante un western que bien podemos considerar de carácter sanitario, médico-militar podríamos matizar. Por deformación profesional hemos recogido las abundantes referencias sanitarias que aparecen en la cinta. Muchas y correctamente ambientadas, pero que preferimos dejar en la zona spoiler.
La parte femenina, no podía faltar, queda a cargo de la bella hacendista sureña Hanna Hunter (Towers). Una auténtica Matahari que quiere aprovechar la circunstancia para informar a los confederados de los objetivos de los yanquis. Tampoco falta la representación del simpático sargento borrachín encarnado en esta ocasión por Kirby (Pratt). Por lo demás, magníficas interpretaciones de todos los actores.
Es cierto que el contexto argumental resulta poco creíble, con algunos centenares de soldados de caballería y sus carros penetrando a fondo en territorio hostil sin ser apenas hostigados. Pero eso es lo de menos, la verdadera acción enfrenta la rigidez cuartelera del coronel con el humanismo (ojo, no humanitarismo) del médico. "Antes que militar soy médico", lo que le valdrá el correspondiente arresto por contravenir las órdenes y detener la columna para atender el parto de una mujer negra.
En la película los paisajes no juegan un papel tan determinante como en otras de Ford, pero aun así se cuidan al máximo los movimientos de masas, las cargas de la caballería, la fotografía, el colorido o la ambientación en general.
Pero el meollo está en esta ocasión en los personajes. La astucia de Hanna para conocer la misión de sus enemigos, sus insinuaciones en la cena al taciturno Marlowe, "¿Qué prefiere el alón o el muslito?" La paradoja de contemplar a un ingeniero militar destruir todo un nudo ferroviario con máquinas y vagones incluidos.
Y una vez más el camino, el camino como oportunidad para cambiar la forma de ver las cosas. Lo mismo en el tosco Marlowe que acaba por comprender los valores humanísticos que encierran las profesiones sanitarias, como en la bella sureña cuando contempla de cerca el revés de la trama que se esconde tras el brillo de los sables y de los uniformes militares en la sangre y la muerte de los jóvenes.
El amor también como factor desencadenante del cambio. Maravillosamente expresado en esa escena con Hanna sentada, cansada y arropada con un capote yanqui, que ve como se posa sobre ella la sombra que proyecta el corpachón de Marlowe.
Es la presencia inevitable de la muerte que acompaña siempre a las guerras. Buena escena también la violencia desplegada en la cantina de Newton, como la carga de los niños de la Academia militar bajo el mando del reverendo, sin duda una de las más antibelicistas que conocemos ...
En fin, una gran película que desde luego no deben perderse los aficionados al western o al cine en general.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lafuente Estefanía
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow