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Aventuras. Acción
Guerras napoleónicas, año 1805. Bonaparte domina Europa. Inglaterra consigue resistir porque es la primera potencia naval del mundo. Precisamente por eso los mares se convierten en un crucial y estratégico campo de batalla. En el Atlántico, el Surprise, un navío inglés capitaneado por Jack Aubrey (Crowe), es atacado por sorpresa por un buque de guerra francés. A pesar de los graves daños sufridos por la nave, Aubrey decide navegar a ... [+]
17 de febrero de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escucharemos esta frase del almirante Nelson en boca del recién ascendido capitán Jack Aubrey (Crowe) cuando está desarrollando su plan de batalla.
Hay también algunas otras perlas de estas que por lo visto no agradan a algunos compañeros de FA. Yo las traigo porque, contrariamente, pienso que "Sin respeto no hay disciplina", ni en un barco ni en una sociedad civilizada.
Estamos ante una de las grandes cintas de aventuras en el mar, en la línea de "Rebelión a bordo" o "Moby Dick". Ni más ni menos. Con escenas espeluznantes tanto en las tormentas como en las batallas que reflejan con gran verismo cómo barrían las balas de cañón las estructuras de los barcos sembrando de astillas y muerte las cubiertas y los sollados.
¿Qué hay muchos efectos especiales? ¿Cuándo no los ha habido? Cada etapa cinematográfica ha tratado siempre de explotar al máximo sus recursos técnicos.
¿Qué salen muchos uniformes? ¿Y qué otra cosa va a salir estando en la Armada? Al que no le gusten que vaya a ver Caperucita.
¿Qué no tiene argumento? De casta le viene al galgo, pues procede de una buena historia muy bien contada. Se trata nada menos que de una excelente novela de aventuras, "Capitán de mar y guerra" (Patrick O'Brian, 1970), con la que se inicia una serie que tiene por protagonista al marino Aubrey y a Stephen Maturin (Bettany), un médico, naturalista y medio agente secreto hispano-irlandés.
También músico. De hecho en la novela se conocen estos protagonistas en Mahón sobre 1800 cuando, en una velada musical en casa del gobernador inglés, el marino, que interpreta al violín una pieza de Locatelli, seguido de su entusiasmo marca el compás a destiempo sin darse cuenta, por lo que recibe un codazo de Stephen que lo acompaña con la viola. Cuando el día siguiente Aubrey recibe la orden de capitanear la corbeta "Sophie" y se entera que el irlandés es médico, hacen las paces y lo recluta como cirujano.
Luego tendrán oportunidad de interpretar, ahora sí bien conjuntados, piezas de la belleza del minueto archifamoso de Boccherini.
Espléndido el guion, la realización, la ambientación y las interpretaciones de todos. Crowe soberbio, dominando como siempre la escena, haciendo eso, su papel, transmitiendo su personalidad al personaje. Como los grandes.
Personaje poderoso el de Aubrey, apenas podrá refrenarlo un poco Stephen que tendrá que sacar para ello toda su casta irlandesa. Y aun así tendrá oportunidad de escuchar, "Usted solo ve las cosas a través de un microscopio".
Nuestras simpatías sin embargo están con el médico, cuyos trabajos quirúrgicos recogemos en spoiler junto a sus excursiones naturalistas en las islas Galápagos, las "Islas Encantadas".
Una obra maestra del cine de aventuras marineras, siempre tan atractivas y misteriosas para los que venimos de tierra adentro.
No se la pierdan.
Hay también algunas otras perlas de estas que por lo visto no agradan a algunos compañeros de FA. Yo las traigo porque, contrariamente, pienso que "Sin respeto no hay disciplina", ni en un barco ni en una sociedad civilizada.
Estamos ante una de las grandes cintas de aventuras en el mar, en la línea de "Rebelión a bordo" o "Moby Dick". Ni más ni menos. Con escenas espeluznantes tanto en las tormentas como en las batallas que reflejan con gran verismo cómo barrían las balas de cañón las estructuras de los barcos sembrando de astillas y muerte las cubiertas y los sollados.
¿Qué hay muchos efectos especiales? ¿Cuándo no los ha habido? Cada etapa cinematográfica ha tratado siempre de explotar al máximo sus recursos técnicos.
¿Qué salen muchos uniformes? ¿Y qué otra cosa va a salir estando en la Armada? Al que no le gusten que vaya a ver Caperucita.
¿Qué no tiene argumento? De casta le viene al galgo, pues procede de una buena historia muy bien contada. Se trata nada menos que de una excelente novela de aventuras, "Capitán de mar y guerra" (Patrick O'Brian, 1970), con la que se inicia una serie que tiene por protagonista al marino Aubrey y a Stephen Maturin (Bettany), un médico, naturalista y medio agente secreto hispano-irlandés.
También músico. De hecho en la novela se conocen estos protagonistas en Mahón sobre 1800 cuando, en una velada musical en casa del gobernador inglés, el marino, que interpreta al violín una pieza de Locatelli, seguido de su entusiasmo marca el compás a destiempo sin darse cuenta, por lo que recibe un codazo de Stephen que lo acompaña con la viola. Cuando el día siguiente Aubrey recibe la orden de capitanear la corbeta "Sophie" y se entera que el irlandés es médico, hacen las paces y lo recluta como cirujano.
Luego tendrán oportunidad de interpretar, ahora sí bien conjuntados, piezas de la belleza del minueto archifamoso de Boccherini.
Espléndido el guion, la realización, la ambientación y las interpretaciones de todos. Crowe soberbio, dominando como siempre la escena, haciendo eso, su papel, transmitiendo su personalidad al personaje. Como los grandes.
Personaje poderoso el de Aubrey, apenas podrá refrenarlo un poco Stephen que tendrá que sacar para ello toda su casta irlandesa. Y aun así tendrá oportunidad de escuchar, "Usted solo ve las cosas a través de un microscopio".
Nuestras simpatías sin embargo están con el médico, cuyos trabajos quirúrgicos recogemos en spoiler junto a sus excursiones naturalistas en las islas Galápagos, las "Islas Encantadas".
Una obra maestra del cine de aventuras marineras, siempre tan atractivas y misteriosas para los que venimos de tierra adentro.
No se la pierdan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tras el primer enfrentamiento con el "Archeron", en el "Surprise" hay nueve muertos y 27 heridos que atiende Stephen en su mesa de operaciones. Hay tanta sangre que para no resbalarse echan sacos de arena en el suelo para que la empape bien.
Hay dos casos especialmente graves. Un carpintero tiene fractura del cráneo con hundimiento. La operación precisa una trepanación que realiza el cirujano con una suerte de sacabocados del tamaño de una moneda de plata que luego implanta a modo de tapadera. Todo en cubierta, a plena luz del día y con toda tripulación contemplando el "espectáculo".
La otra es el brazo roto del jovencísimo guardiamarina Blakeney (Pirkis). Pinta mal, hay infección, fiebre y, para evitar la gangrena, se impone la amputación con un fuerte torniquete mecánico, cuchillos, sierra y la discreta somnolencia que produce el láudano.
Más espectacular es la autoextracción de una bala en el abdomen que hace Stephen para impedir la reacción a cuerpo extraño, pues con el proyectil ha penetrado parte de la camisa. Allí se despliega todo el instrumental quirúrgico de lancetas, tenazas, pinzas, bisturí, sondas y palancas.
Pero nuestro médico es también un consumado naturalista que bromea con los Gorgojos (Curculiónidos) que aparecen en el pan que comen a bordo. Luego se entusiasmará contemplando iguanas nadadoras o cormoranes con las alas atrofiadas que no pueden volar y otras especies nuevas para la ciencia.
Preciosas las imágenes del pequeño grupo de naturalistas cargados con jaulas de todos los tamaños, mallas atrapainsectos y los correspondientes cuadernos de campo.
Hay una discreta alusión al evolucionismo cincuenta años antes de que lo planteara abiertamente Darwin cuando, hablando de opiniones cambiantes, se preguntan si es Dios quien hace cambiar a los insectos o son ellos mismos quienes lo hacen espontáneamente.
"Incluso en la naturaleza existe la jerarquía" machacará Aubrey para justificar la importancia de la disciplina en sus debates con el médico.
Genio y figura, bromeará con su amigo "Pon mi nombre a un arbusto nuevo, pero que esté lleno de espinas y que sean bien grandes".
Hay dos casos especialmente graves. Un carpintero tiene fractura del cráneo con hundimiento. La operación precisa una trepanación que realiza el cirujano con una suerte de sacabocados del tamaño de una moneda de plata que luego implanta a modo de tapadera. Todo en cubierta, a plena luz del día y con toda tripulación contemplando el "espectáculo".
La otra es el brazo roto del jovencísimo guardiamarina Blakeney (Pirkis). Pinta mal, hay infección, fiebre y, para evitar la gangrena, se impone la amputación con un fuerte torniquete mecánico, cuchillos, sierra y la discreta somnolencia que produce el láudano.
Más espectacular es la autoextracción de una bala en el abdomen que hace Stephen para impedir la reacción a cuerpo extraño, pues con el proyectil ha penetrado parte de la camisa. Allí se despliega todo el instrumental quirúrgico de lancetas, tenazas, pinzas, bisturí, sondas y palancas.
Pero nuestro médico es también un consumado naturalista que bromea con los Gorgojos (Curculiónidos) que aparecen en el pan que comen a bordo. Luego se entusiasmará contemplando iguanas nadadoras o cormoranes con las alas atrofiadas que no pueden volar y otras especies nuevas para la ciencia.
Preciosas las imágenes del pequeño grupo de naturalistas cargados con jaulas de todos los tamaños, mallas atrapainsectos y los correspondientes cuadernos de campo.
Hay una discreta alusión al evolucionismo cincuenta años antes de que lo planteara abiertamente Darwin cuando, hablando de opiniones cambiantes, se preguntan si es Dios quien hace cambiar a los insectos o son ellos mismos quienes lo hacen espontáneamente.
"Incluso en la naturaleza existe la jerarquía" machacará Aubrey para justificar la importancia de la disciplina en sus debates con el médico.
Genio y figura, bromeará con su amigo "Pon mi nombre a un arbusto nuevo, pero que esté lleno de espinas y que sean bien grandes".