Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Lafuente Estefanía:
8
Western Josey Wales (Clint Eastwood), es un ex-soldado confederado que se dedica ahora a atender su granja al lado de su esposa y su pequeño hijo... hasta que un día, llegan miembros de la guerrilla Los botas rojas (al servicio de los ejércitos de la Unión) y matan a su familia. Desde entonces, Wales decidirá cobrar venganza y se convertirá en perseguido fugitivo al ser el último hombre que se ha negado a firmar un acuerdo de paz con los ... [+]
23 de diciembre de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Si, el fuera de la grey, de la manada, del rebaño, porque es difícil estar fuera de la ley en una guerra civil donde esta brilla por su ausencia. Es lo que le ocurre a Josey Wales (Eastwood), un modesto granjero que deja de empuñar la esteva del arado (por cierto, que mal labraba) por las armas, todo para vengar el asesinato de su esposa e hijo y el incendio de su casa, ejecutado todo ello por una facción del ejército yanqui, los Botas Rojas de Kansas, al mando del sanguinario capitán Terry (McKinney) que cuenta a su vez con la colaboración del traidor Fletcher (Vernon).
Alistado a la Confederación en una de tantas partidas de voluntarios, Josey pronto llamará la atención por sus hechos de armas. Sin embargo la guerra toca a su fin y el bando perdedor entrega las armas. ¿Todos? No, nuestro personaje tiene todavía cuentas pendientes con los Botas Rojas y, a contracorriente de lo que hace su grupo, se marcha en solitario, "¡Estás buscando que te maten! -No tengo nada mejor que hacer".
Es entonces cuando arranca de verdad la cinta contando las andanzas del vengador. Primero con el joven Jimmy (Bottoms) que luce con orgullo su camisa bordada con la rosa de Alabama, luego con el viejo indio cherokee, Long Wati (Dan George) de la "Tribu civilizada", así llamada porque su rápida aculturación los hace vulnerables a las sorpresas a hurtadillas (jugosas reflexiones las de este curioso indio), y, finalmente, con una anciana cascarrabias y una tímida joven, Laura Lee (Locke) que, con algunos vecinos de Río Santo que no tienen otra cosa mejor que hacer, se asientan en un viejo rancho abandonado. Las aventuras se suceden sin tregua, indios incluidos, para llegar a un interesante final donde se acaba reconociendo que "Todos hemos muerto un poco en esta maldita guerra".
Los aspectos técnicos de la cinta son impecables, lo mismo que la interpretación en general y el análisis de los personajes. Hay escenas preciosas como la del barquero del Missouri que según que pasajeros lleva canta "Rosa de Alabama" o "Gloria, Aleluya"; el contraluz fordiano con Josey entrando en el tenducho cuando están violando a la india, o la simbólica hoguera donde Long Wati arroja al fuego la levita y el sombrero de copa (idénticos a los que usaba Lincoln) que le regalaron los políticos de Washington.
Entre los secundarios nos quedamos con el charlatán de traje blanco que va vendiendo el inefable elixir (10 centavos para los clientes blancos y 1 dólar para los indios), especie de panacea que lo mismo cura el reuma que el estreñimiento. Para la herida de bala que sufre el pobre Jimmy prefiere Josey contar con los vendajes limpios y la cataplasma caliente que le prepara una experta anciana, está hecha a base de musgo mezclado con semillas de mostaza la que hay que agregar unas gotas de agua para humedecerla antes de aplicarla. La cataplasma al aplicarla parece una especie de mermelada de ciruela verde.
Notable película, y mejor que sería si eliminaran los escupitajos.
Lafuente Estefanía
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow