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Voto de Lafuente Estefanía:
7
Western Nuevo México, 1953. Jack Burns, un vaquero amante de la libertad y de los horizontes abiertos, llega cabalgando al pueblo de Duke City. Su intención es liberar a su amigo Paul Bondi antes de que lo trasladen a una prisión estatal. Bondi, que ha sido condenado a dos años de cárcel por acoger en su casa a algunos mexicanos que han cruzado ilegalmente la frontera, es un escritor que dejó su vida aventurera para casarse. Jack visita a la ... [+]
27 de junio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la "civilización" llega al Oeste con sus automóviles, su organización social y la consiguiente pérdida de libertad individual, lo que algunos llaman machaconamente "crepúsculo" de una forma de vida, paradójicamente es cuando se crean algunos de los mejores westerns de la historia del cine. Sin alcanzar las cotas de otras producciones de Ford o de Peckimpah, "Los valientes andan solos" es un excelente ejemplo de este estilo.
Y eso que el título no nos parece precisamente acertado, John W. Burns (Douglas), un vaquero que vive a salto de mata con su caballo Whisky en pleno 1962, podemos calificarlo de muchas formas, amante de la libertad y de la justicia, aventurero, solitario, buen amigo, honrado, generoso ..., lo que queramos decir, pero, al menos a juzgar por lo que vemos en la cinta, no le cuadra bien el adjetivo de valiente. Y no porque sea cobarde, nada de eso, sino porque más bien se trata de una persona que se resiste a adaptarse mansamente a los nuevos tiempos que limitan la libertad del hombre a base de vallas, carteles amenazantes, documentos identificativos obligatorios o leyes dudosamente justas.
Desde el punto de vista técnico es una obra de gran plasticidad, como han reconocido en general todas las reseñas, excelentemente fotografiada, con magníficos paisajes, una banda sonora que recuerda a veces a "Los siete magníficos" y una interpretación magistral por parte de Douglas.
Acertada la dirección de Miller dejando a Douglas una gran libertad de acción, con el pero de la infrautilización del sheriff Morey Johnson (Matthau), el hombre que manda una persecución implacable por la sierra de Alburquerque (Nuevo México) con helicóptero, coches, jeeps, radiotransmisores y toda clase de armas, para enfrentarse a un hombre montado a caballo por el que acabará sintiendo admiración y respeto.
Sin dejarnos deslumbrar por el nombre del guionista y reconociendo la solidez de su trabajo, notamos también una excesiva dependencia literaria de la novela en que se ha basado y algunas cosas poco creíbles, como por ejemplo cuando Jack se mete voluntariamente en la cárcel por golpear a un guardia en la Comisaría solo por saludar a su amigo injustamente arrestado, Paul Bondi (Kane).
A destacar dos o tres escenas antológicas que se desarrollan casi sin palabras. La despedida entre Jack y Paul a un lado y a otro de la reja de la prisión y, especialmente, el rostro de Jack tendido en la cuneta de la carretera con la mirada perdida sin entender bien lo que pasa, mientras cae la lluvia y su sombrero queda en medio de la calzada. Una escena verdaderamente antológica como ya han comentado con anterioridad.
Hay asimismo algunos toques de cierto humor. Por ejemplo cuando acude Jack a la taberna para tomar el pulso a la situación mientras trasiega unos whiskys terapéuticos, pues "Cada seis meses hay que tomar un trago: limpia los intestinos, tonifica los nervios y hace pasar un buen rato".
Película que recuerda otras muchas de persecuciones implacables como "La jauría humana" (Penn, 1966) o "Caza humana" (Losey, 1970), pero también las que tratan de la dificultad para adaptarse al entorno del estilo de "La soledad del corredor de fondo" (Richardson, también de 1962).
Resumiendo, una buena película que recomendamos vivamente.
Lafuente Estefanía
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