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Voto de Lafuente Estefanía:
8
Western Taw Jackson, un preso que disfruta de libertad provisional, quiere aprovechar la ocasión para vengarse de Frank Pierce, el hombre que unos años antes, le tendió una trampa que lo condujo a la cárcel. El objetivo de Pierce era quedarse con la finca de Jackson, en la que se había descubierto un filón de oro. Pero Jackson está decidido a desbaratar los planes de su enemigo. (FILMAFFINITY)
10 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante y entretenida cinta con dos grandes actores a los que se les queda pequeño el blindaje de esa especie de tanque que custodia una treintena de pistoleros, ametralladora automática incluida.
Con la ayuda de un aprendiz de artificiero que le da al trinqui pero que no se le escapa la rubia que acapara un viejo aficionado a sisar todo lo que pilla, con un indio espabilado ("He aprendido a vivir como el hombre blanco: hacer lo que se puede cuando se puede"), además de un puñado de indios sioux bastante desarrapados, con esta peña se bastan y se sobran nuestros personajes para abrir como una lata de sardinas semejante masa de chatarra. Estamos hablando, naturalmente, de Taw Jackson (Wayne) y de Lomax (Douglas). Éste en plena forma física sube y baja del caballo dando saltos de especialista (si lo ha hecho uno de estos lo han disimulado muy bien), bromea y flirtea lo mismo con chinas que con mejicanas. Aquél, que acaba de salir del presidio por una fechoría que no ha cometido (¿cuándo ha hecho algo malo este hombre?), tiene que presentarse todas las semanas a la autoridad local: "He venido a presentarme. -Eso díselo al sheriff o a su ayudante. -Es lo mismo, usted los ha comprado". Está hablando, como habrán comprendido, con Frank Pierce, el malo que es el dueño del pueblo y del rancho y la mina del pobre Taw. Por cierto que tiene en la mesa de su despacho una colección de minerales y de rocas que haría feliz a más de un geólogo.
Gran banda sonora, buena fotografía y paisajes, dos colosos como protagonistas, un guión entretenido con excelentes diálogos. Que pasa, que los indios no terminan de hacer bien el indio. Ahí está para compensarlo la pelea del saloon o la ingeniería que desarrolla Lomax para subir un pedazo de tronco hasta las nubes y dejarlo caer en el momento justo.
Lafuente Estefanía
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