Se anuncia la Navidad y la televisión vuelve a ofrecernos "Las campanas de Santa María". Un clásico como los turrones almendrados que vuelven siempre a nuestras casas por estas fechas.
La cinta enfrenta en un duelo de extraordinaria delicadeza, cierta rigurosa concepción de la educación y de la vida religiosa encarnada en la Madre Benedicta (Bergmanl), con el desenfado de un joven sacerdote vestido de clériman que deja más espacio a la tolerancia y a la comprensión. Idealista y contemplativa ella, el se muestra mucho más pragmático y tolerante, pero partidario también del viejo refrán español que da título a nuestra reseña.
Inolvidable melodrama religioso con toques cómicos, especialmente los que proporciona Horace P. Bogardus (Travers), el millonario vecino del vetusto convento que dirige Benedicta que está empeñado en adquirirlo para construir los aparcamientos del gran edificio de oficinas que tiene al lado. Las buenas monjas, por supuesto, tienen otra idea.
Excelentes intervenciones de todos, destacando la belleza de Bergman con sus hábitos de monja, la discreta presencia de Crosby y las dotes cómicas de Travers en un gran papel.
Obra más que notable que derrocha ternura y sensibilidad. Ideal para ver en familia después de despachar los turrones.