Me atrevo a decir que es la primera película que eleva mis niveles de pasión a un extremo en el que se eriza toda mi piel. Es la primera película que me deja muy frío sin la necesidad de masticar un chicle de menta intensa o chupar un hielo cuadrado. Es la primera película que me hace indagar sobre las aristas que tienen tanto el sexo masculino como el sexo femenino más allá de una piel; en fin. Es de esas películas que te dejan una huella imborrable a la primera.

Y es que no es para menos, de pronto las circunstancias cambian y más cuando parece que habitas en mundo plagado de elegancia y relajación, sin darte cuenta ya te ves envuelto en situaciones de sexualidad, placer, erotismo e intensidad. Por lo menos en ese aspecto la película me envolvió a tal grado de contagiarme imaginando mis deseos sexuales que bien podría aplicarlos el día de mañana con la mujer que puede ser mi esposa.

Pese a haber escenas que superan por completo al erotismo común, en ningún caso la considero pornográfica. Degenerada quizá sí podría llamarla porque si bien es cierto se exhibe de más la belleza femenina, no toca los órganos sexuales, únicamente los deja a la imaginación debido a que la piel los esconde y los guarda bajo llave.

La película me dejó impactado en la cuestión de la sexualidad, pero también me dejó sorprendido en lo que significa la trascendencia de la piel humana a corto y largo plazo y especialmente me dio un golpe moral en la cabeza que me hizo dar un giro de 360 grados, pues jamás imaginé un desenlace descomunal, mucho menos un pasado enigmático que marcó toda la historia de la cinta toledana.

Recomiendo esta película bajo ciertas restricciones, la primera antes que nada, no es apta para niños de ninguna manera, ya que por ese lado si hay escenas muy fuertes y de mucha curiosidad y morbosidad para ellos. Pero en términos generales el filme de Pedro Almodóvar es muy intenso, impactante e interesante, sobre todo cuando al calor de la pasión y el deseo se unen el cuerpo del hombre y el de la mujer… piel a piel.