Si algo se puede decir de David Cronemberg es que es un gran director, que si bien no siempre consigue hacer buenas películas(esta sí lo es), es uno de los más personales, enigmáticos, concienzudos y obsesivos.

Un director reconocible en todos sus trabajos, y no porque siempre utilice el mismo equipo técnico (Carol Spier en el diseño de producción, Ronald Sanders en el montaje, Peter Suschitzky en la dirección de fotografía y Howard Shore en la banda sonora, soberbia y delicada en este caso), sino por el tono narrativo contenido, por el aparente distanciamiento emocional respecto a sus personajes, por la truculencia de sus historias y sobre todo por sus obsesiones:
el sexo,
las relaciones familiares venenosas,
la violencia,
las deformidades físicas,
la ciencia, l
as personalidades atormentadas o
los insectos.
Muchos de esos elementos aparecen en este "Map to te Stars" ( Mapa a las estrellas), una truculenta historia familiar enmarcada en uno de los entornos más enfermizos y reconocibles por todos como es Hollywood.
La película en sí es una macabra broma en todos los sentidos;

- Es una comedia negra, negrísima, que no parece una comedia, salpicada por un humor casi enfermo que raya el surealismo.
- Su estupendo guión desgrana una historia de enredo imposible y dificilmente creíble, pero que funciona como si lo fuera.
-Sus personajes son magníficos, y si bien se basan en arquetipos reconocibles del "star sistem hollywoodiense", no pretenden reflejar a nadie sino encarnar las obsesiones de Cronemberg y dales vida.
- El Hollywood que dinamita tan salvajemente, no es un Hollywood real, sino imaginario, y no por ello menos reconocible.

Todo en este mapa por la mente de Cronemberg es tan sutil y a la vez tan imposible y desgarrado que te mantiene en un estado semi-hipnótico de perplejidad y familiaridad que te engancha y te arrastra a su universo como si se tratase de lo más cotidiano mientras no dejas de preguntarte cómo demonios has llegado hasta allí.

Un alarde de prestidigitación en que nos hace pasar su escenario, sus personajes y su historia imaginarios por elementos reconocibles.

Un guión por el que seguramente Almodóvar hubiera matado, aunque posiblemente habría echado a perder con sus excesos.

Una película fácil de ver pero difícil de digerir, magníficamente dirigida e interpretada. Desde la nunca suficientemente valorada Julianne Moore, pasando por la joven ladrona de escenas Mia wasikowska (ambas de lo mejor que ronda por nuestras pantallas), la veterana Olivia Williams, o el insoportable John Cusack, todos se convierten en cómplices perfectos de esta comedia siniestra. Todos, incluido el otrora "vampisoso" Robert Pattinson.

Una película 100% Cronemberg, aunque aparentemente, sólo aparentemente, más domesticada e inofensiva. No os fiéis, hay mucha perversidad camuflada, gracias a Dios.