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España España · Lleida
Voto de Albert:
3
Terror. Thriller. Drama Un psicólogo, que quiere ayudar a su mujer a superar la muerte de su hijo en un accidente, decide llevarla a una cabaña perdida en medio de un bosque, donde ella había pasado el último verano con el niño. Sin embargo, la terapia no funciona, y tanto ella como la naturaleza empiezan a comportarse de un modo extraño. (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2009
55 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Odio profundamente esta película. No puedo evitarlo. Cada minuto la odio más. ¿Por qué tengo que hacerme cómplice y participe de las mierdas que hay abocadas ahí? Pero cada minuto también hay “algo” que me parece muy y muy intrigante, y que no termino de saber qué es, y que me persigue en forma de obsesión… me estaré volviendo loco.

¿Qué teme, Ella? A ella misma, a su propia naturaleza. Claro, esto es, el bosque. La naturaleza, de dónde proviene, de dónde proviene la vida. La naturaleza, el bosque, o el Edén; lugar dónde Dios creó al hombre. El origen de la vida, de nuevo. Su origen, su naturaleza. Es decir, ella misma. Todo es lo mismo: Ella, el bosque, Edén, la naturaleza. Su cuerpo, que no domina. La naturaleza lo domina.

Pero, ¿por qué lo teme? Por eso mismo, porque es dominada por la naturaleza, no lo puede evitar. Ha perdido a su hijo, un hijo, la prolongación más directa y natural de uno mismo. Que ese vínculo quede roto porque el hijo muere antes que el padre o madre, eso es un hecho anti-natural. Y más si esta muerte se produce mientras los padres practican sexo. Eros y Thánatos, que lejos y que cerca están. La muerte y el sexo, origen de la vida, son tan extremos que terminan siendo sinónimos. Y, ¿entonces? Un tren imparable de rupturas con el orden natural de la vida: Un cervatillo naciendo muerto. Un zorro con los intestinos medio extirpados. Un pene, el órgano originario de la vida, derramando sangre, en lugar de semen. Un árbol, símbolo fálico y de esperanza procreativa, podrido. Cuerpos medio mutilados, voluntariamente mutilados por el ser humano. Ella se lo come, luego Él se la come; y la naturaleza, su propia naturaleza, se los come. Y luego, claro, me comen a mí.

¿Qué teme, Lars von Trier? Supongo que lo mismo. A él mismo. Su propia naturaleza. El hecho de que se pueda volver contra él aquello esencial en él, su esencia. Que Satán entre por su ventana, que las bellotas retumben sin cesar en su cabeza, que oiga llantos del cielo y le corten el aliento, que llegue un día en que el dolor que sienta sea tan y tan grande, que tenga una irrefrenable necesidad de propagarlo.

Quizás, en el fondo, todos temamos lo mismo. Pero lejos de la consistencia y la belleza poética de ‘Bailar en la oscuridad’ o ‘Europa’, lo que está claro es que ‘Anticristo’ es una especie de esbozo. Un esbozo de una mente altamente inquieta, perturbada, alterada. Un recital de miedo y terror, de violencia, de sexo, de muerte, de vida, de dolor, de todo y de nada a la vez… y que costará digerir.

Muchísimo.
Albert
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