Los últimos días del rey de Francia son recreados en este largometraje, que por su fidelidad histórica en ambientación y hechos, y sus hiperrealistas y sobrias actuaciones, bien podría pasar por un documental de época, o por una obra teatro, dada la estaticidad de escenarios.

Este tipo de cine tan perfeccionista plasma la vida al ritmo parsimonioso con la que situaciones de esta índole se desarrollan en la realidad, lo cual puede hastiar a un espectador medio, que si se asoma por esta ventana al pasado y se deja llevar por su trama y sus personajes ricos en matices, podrá disfrutar de una película que no debe medirse por su grado de entretenimiento, si no por su inestimable valor a nivel cinematográfico, e incluso didáctico.

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