Pues eso, que estamos ante una película boba de esas para echar el rato sin mas pretensiones. Un mero pasatiempo momentáneo con poquitas cosas verdaderamente remarcables. Un guión y trama argumental que precisa del espectador un desapego por la lógica básica y demás consideraciones racionales, sólo con la excusa de ver la faceta más payasa de Jim Carrey correteando con una familia de pingüinos. Ni que decir que la moralina y sensiblería del argumento familiar y romántico merece mención siquiera, y que las interpretaciones son lo de menos. Lo importante es ver a un pingüino defecar en la cara del protagonista, ¿o no?
Lo mejor, tal vez sea la divertida creación de la secretaria del señor Poper, el único personaje interesante del film, quien sólo es capaz de expresarse con palabras que empiecen por la letra "p" (un acierto de la traducción de los diálogos originales).