Una historia basante floja y con aires telefílmicos desaprovecha las posibilidades que Lumet tenía al reunir tres generaciones de actores de renombre.
Es un lujo poder disfrutar de escenas y diálogos compartidos por Hoffman y Connery, sin duda lo mejor del film. Pero ninguno de los dos se emplea a fondo en este film, aunque aún así están por encima de la media y por encima de un Matthew Broderick que intenta en vano aguantar el tipo.
Lo que se vendió como comedia se trata de un drama generacional entre tres ladrones: un abuelo caradura e irreverente, un padre redimido y aburrido, y un hijo con ganas de seguir la senda de su abuelo para no llevar una vida soporífera, casi tando como el conjunto del film.