Esta película es muy buena y fue una revelación para muchos como yo(sirva como muestra la anécdota siguiente).
Recuerdo una tarde que, al ver Le llamaban Trinidad en el vídeo comunitario, solté la tostada con nocilla para tener las manos libres, y le pegué a mi hermano una torta, con la esperanza de escuchar ese maravilloso sonido de los guantazos de Bud Spencer. No sonó ni parecido; “le habré dado mal, demasiado atrás” me dije. Por suerte había tomado la precaución de dejar las dos manos libres, así que acto seguido, y sin haber transcurrido ni un segundo y sin dejar a mi hermano ni abrir la boca, le metí otro hostiazo en la otra mejilla. Nada.
Quedé confundido y atónito, preguntándome qué podía haber fallado (tiempo que aprovechó mi hermano para gritar como nunca).
Así descubrí que las hostias no sonaban así en realidad, o por lo menos no si no las da Bud Spencer.