Matthew Vaughn es el tipo que convirtió los cuentos clásicos en algo más interesante de lo normal, en "Stardust" (2007). Matthew Vaughn es el tipo que transformo las cintas de superhéroes en algo cañero y bestial, en "Kick-Ass" (2010). Matthew Vaughn es el tipo que fue capaz de dotar de sentido del humor a la excesivamente seria franquicia de los mutantes, en "X-Men (Primera generación)" (2011). Matthew Vaughn es el tipo que ha convertido las películas de espías en algo adrenalínico, estimulante y salvaje. "Kingsman, servicio secreto" es como coger los films de Bond y meterles: tres litros de bebidas energéticas, dos de café y varias pastillas de LSD. El resultado final, una película si no novedosa por lo menos diferente, dentro de la desidia que había inundado el cine de espionaje en los últimos años.
Muchos son los puntos fuertes de "Kingsman, servicio secreto", pero me quiero detener en dos especialmente. El primero, su malicia. El film derrocha una mala baba impresionante, Matthew Vaughn sabe cuándo ser macarra y cuando no. La escena de las cabezas implosionando es magnifica, y con unas dobles lecturas al alcance de muy pocos. La segunda, su manera particular de mostrar las escenas de acción. Con lo difícil que resulta ser original hoy en día en ese aspecto, y Matthew Vaughn lo ha logrado. Además, la película ha sabido componer un casting formado por veteranos solventes y jóvenes que están a la altura.
"Kingsman, servicio secreto" nos ha devuelto lo que James Bond había perdido durante sus ultimas entregas, la energía del recién llegado. Lo que desemboca en un película con una tremenda personalidad propia, y que es un disfrute continuo.