"El hombre más enfadado de Brooklyn" fue una de las últimas ocasiones en las que pudimos ver el talentazo del gran Robin Williams canalizado en algo, gracias a: una premisa evocadora y con posibilidades, remakeando la cinta israelí "Mr. Baum" (Assi Dayan, 1997); algún que otro gag, no original, pero sí al menos efectivo; y lo bienintencionado en general del producto. Dando como resultado una película salvable de esa quema total y absoluta a la que, seguramente, habría estado destinada sin Williams. Vale que, al final, es como ver a Angus Young y compañía de bolo en las fiestas de mi pueblo, talento dilapidado para cuatro pelagatos. Pero esos pelagatos lo agradecemos.
A Henry Altmann, un abogado neoyorquino, le detectan una aneurisma cerebral. ¿Piensan que su día no podría ir a peor?… Pues están equivocados. La cosa empeora cuando la doctora, harta de la continua ira de Altmann, decide darle noventa minutos de vida. A partir de ahí comienza una carrera contrarreloj de este por Brooklyn intentando poner en orden su vida.
"El hombre más enfadado de Brooklyn" aúna en su interior una tan jugosa como peligrosa mezcla de drama y comedia negra que, en manos equivocadas, puede transformarse en un arma nuclear. Cáustica mezcla que requiere mimo y talento, cosa que en las manazas del realizador Phil Alden Robinson no ha encontrado. Al final la mezcla funciona más por las ganas que tiene el espectador de que funcione que porque en verdad funcione, que lo hace poco. Un casting de secundarios bastante decente hace que una especie de neblina oculte a ratos ese defecto.
En resumidas cuentas, bastante llevadera "El hombre más enfadado de Brooklyn" a pesar de ser una naranja nunca exprimida ni bien ni a tope.