Continuación un poco tardía pero que llega a tiempo de uno de los primeros éxitos de Will Smith. La pareja con Lawrence vuelve a funcionar y se explotan más rasgos de la personalidad de ambos, aprovechando para construir simpáticas escenas cómicas. Jordi Mollá actúa con corrección en su interpretación del antagonista, en cuyo doblaje al castellano es traducida su voz con acento cubano. Hay muchos críticos que detestan ese hecho, pero considero que no queda tan mal. Ahora bien, soy partidario de que los actores de habla hispana (sea cual sea su nacionalidad) se doblen a sí mismos.

En conjunto me peor guión que en la película anterior. Michael Bay es amante de los largometrajes de 2 a 3 horas, pero le resulta imposible enganchar de principio a fin. Las escenas de acción se condensan básicamente en unos pocos momentos, a pesar de que la duración sea mucho más larga. Y por supuesto con mayor espectacularidad y, por qué no decirlo, mayores fantasmadas e inverosimilitudes. Sigue predominando la comedia, pero los chistes durante la primera mitad de la obra son menos efectivos y algunos parecen metidos con calzador. En la segunda mitad se remonta tanto a nivel argumental como humorístico.

Por lo demás, asistimos a unos efectos especiales bastante buenos y, lógicamente, a una mejor fotografía que en la película de los años noventa. La banda sonora es más variada, añadiéndose algunas piezas de reggaeton y salsa. En definitiva, pese a no ser ninguna maravilla cumple con su cometido de entretener y si la anterior tendría un 6,5 la secuela se queda en un 6.