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Voto de AlvaroFaure:
8
6.8
15,272
Drama
Historia sobre un conductor de autobús y poeta aficionado sobre las pequeñas cosas llamado Paterson, que vive en Paterson, New Jersey. (FILMAFFINITY)
9 de diciembre de 2016
80 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo cinco películas favoritas de Jim Jarmusch. A día de hoy, soy incapaz de poner una por encima de otra ni ordenarlas de ninguna forma, pertenecen a universos distintos, generan sensaciones completamente diferentes y se sienten como obras únicas e independientes.
«Dead Man» es un viaje espiritual que a ratos se siente como un viaje físico, una obra cautivadora dirigida principalmente a los sentidos. «Broken Flowers» se mueve en otra dirección, es una cinta conceptual que presenta en sus personajes y sus acciones ideas abstractas que el director busca analizar. Su objetivo es el intelecto, pero es capaz de emocionar.
En «Ghost Dog», al margen de sus hallazgos estilísticos, prima el encanto, poblada de entes jarmuschianos rebosantes de vida. Es una película que cala hondo y llega al alma. «Only Lovers Left Alive» parecía coger un poco de todo: el planteamiento conceptual de «Broken Flowers», la experiencia audiovisual de «Dead Man» y la vitalidad de «Ghost Dog», pero en esencia, su virtud es la fuerza, un torrente cinematográfico que cala hasta los huesos.
Jarmusch ve el póquer de maravillas, y no duda en subir a escalera de color. Su maravillosa filmografía se redondea con «Paterson», una obra delicada, íntima, cotidiana y hermosa, enorme en su aparente pequeñez y compleja en su supuesta sencillez que apunta al fin a aquello que su autor siempre había rozado con mayor o menor fortuna, acertando en esta ocasión de lleno en pleno corazón. Cinco obras maestras, cada una para un estado de ánimo particular.
«Paterson» parece para aquellas noches en que una suave tristeza nos embarga, hace tal vez algo de frío, quizá nos sentimos solos, probablemente echamos de menos a alguien y seguramente necesitamos un abrazo. Es una película tierna, seria, dulce e inteligente con capas y capas para ver una y otra y otra vez y seguir descubriendo cosas al tiempo que nos preguntamos, supongo, al enésimo visionado si preferiríamos ser un pez y por qué no otro animal.
«Dead Man» es un viaje espiritual que a ratos se siente como un viaje físico, una obra cautivadora dirigida principalmente a los sentidos. «Broken Flowers» se mueve en otra dirección, es una cinta conceptual que presenta en sus personajes y sus acciones ideas abstractas que el director busca analizar. Su objetivo es el intelecto, pero es capaz de emocionar.
En «Ghost Dog», al margen de sus hallazgos estilísticos, prima el encanto, poblada de entes jarmuschianos rebosantes de vida. Es una película que cala hondo y llega al alma. «Only Lovers Left Alive» parecía coger un poco de todo: el planteamiento conceptual de «Broken Flowers», la experiencia audiovisual de «Dead Man» y la vitalidad de «Ghost Dog», pero en esencia, su virtud es la fuerza, un torrente cinematográfico que cala hasta los huesos.
Jarmusch ve el póquer de maravillas, y no duda en subir a escalera de color. Su maravillosa filmografía se redondea con «Paterson», una obra delicada, íntima, cotidiana y hermosa, enorme en su aparente pequeñez y compleja en su supuesta sencillez que apunta al fin a aquello que su autor siempre había rozado con mayor o menor fortuna, acertando en esta ocasión de lleno en pleno corazón. Cinco obras maestras, cada una para un estado de ánimo particular.
«Paterson» parece para aquellas noches en que una suave tristeza nos embarga, hace tal vez algo de frío, quizá nos sentimos solos, probablemente echamos de menos a alguien y seguramente necesitamos un abrazo. Es una película tierna, seria, dulce e inteligente con capas y capas para ver una y otra y otra vez y seguir descubriendo cosas al tiempo que nos preguntamos, supongo, al enésimo visionado si preferiríamos ser un pez y por qué no otro animal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Hay una escena en la que aún sigo pensando.
Paterson y Laura están a punto de ir juntos al cine. Si mi memoria no me falla, vemos cómo el protagonista se levanta del sofá y deja caer sus poemas sobre el asiento para acercarse a su novia. La cámara se recrea durante unos pocos segundos en el cuaderno abandonado para enfocar posteriormente al perro que, si no recuerdo mal, llega a emitir un gruñido, tal vez incluso ellos llegan a comentar algo sobre él. Lo siguiente que vemos es a la pareja abandonando inocentemente la casa.
En la sala, sentí una cierta incomodidad, no por lo que estaba pasando sino por la forma en que Jarmusch había decidido filmarlo. Pensé que era demasiado obvio, tanto que era sospechoso, tanto que no podía ser lo que parecía que iba a ser. Cuando la pareja vuelve a casa, pensé que no habría ocurrido lo que parecía que ocurriría, que ese era el juego. Sin embargo, sí que ocurre. Mi siguiente pensamiento fue asumir que la pérdida de sus poemas no era importante para Paterson, que en el fondo quería que eso ocurriese porque así nadie más podría verlos. Pero eso no era así.
Cuando ocurre lo previsible y todo parece ser lo que uno espera desde el principio, me asalta de repente aquello que utilizaba Hitchcock para explicar el poder del suspense. Hay una bomba debajo de una mesa alrededor de la cual hay personas hablando. Existen dos maneras de narrar esto: la primera de ellas es ocultar al espectador esta información, de forma que cuando la bomba estalla, este se impresiona; la segunda, consiste en hacerle partícipe en todo momento de lo que está ocurriendo. Hitchcock afirmaba que de la primera forma el espectador recibe un segundo de emoción, mientras que de la segunda manera obtiene unas cuantas decenas de suspense.
Pero el tratamiento de Jarmusch es distinto, no busca alargar el momento, no pretende generar tensión alguna, no sigue los pasos del autor de «Psicosis». Entonces, ¿por qué tan obvio? ¿Cuál es el objetivo de soltarnos esa información tan a quemarropa si no es un engaño, no es un despiste y no es un mecanismo para tenernos el vilo? La respuesta es terriblemente sencilla y supongo que evidente para algunos, y se encuentra en mi propia incertidumbre: el objetivo es no hacerte disfrutar la cita, sea como sea.
De esta forma, sin que haya tenido lugar aún, somos conscientes de que algo terrible ha sucedido y lo que habría sido un segundo de dolor, se convierte en varios minutos de algo muy diferente y mucho más incómodo, una mezcla de impotencia y tristeza por ver sus rostros felices ignorando con inocencia lo que seguro que ha ocurrido. En el fondo, no hay nada nuevo. Como en toda la película, la virtud no está en inventar algo, sino en hacer que funcione.
Todo este divagar estúpido es acerca de una escena de un par de minutos, supongo que el hecho de tener este efecto es una prueba más de que es una cinta interesante o la constatación definitiva de que soy tonto. Relacionado con lo primero, hoy me han hecho una pregunta mucho más jugosa hablando de los poemas de Ron Padgett que se recitan a lo largo de la obra. ¿Dio Jarmusch con los poemas y luego escribió la película a medida o hizo la película y buscó después los poemas que encajasen con ella? A medida que se argumente una respuesta u otra, «Paterson» se transforma en algo completamente distinto.
Lo que me gusta de este cineasta es que su cine nunca se agota.
Paterson y Laura están a punto de ir juntos al cine. Si mi memoria no me falla, vemos cómo el protagonista se levanta del sofá y deja caer sus poemas sobre el asiento para acercarse a su novia. La cámara se recrea durante unos pocos segundos en el cuaderno abandonado para enfocar posteriormente al perro que, si no recuerdo mal, llega a emitir un gruñido, tal vez incluso ellos llegan a comentar algo sobre él. Lo siguiente que vemos es a la pareja abandonando inocentemente la casa.
En la sala, sentí una cierta incomodidad, no por lo que estaba pasando sino por la forma en que Jarmusch había decidido filmarlo. Pensé que era demasiado obvio, tanto que era sospechoso, tanto que no podía ser lo que parecía que iba a ser. Cuando la pareja vuelve a casa, pensé que no habría ocurrido lo que parecía que ocurriría, que ese era el juego. Sin embargo, sí que ocurre. Mi siguiente pensamiento fue asumir que la pérdida de sus poemas no era importante para Paterson, que en el fondo quería que eso ocurriese porque así nadie más podría verlos. Pero eso no era así.
Cuando ocurre lo previsible y todo parece ser lo que uno espera desde el principio, me asalta de repente aquello que utilizaba Hitchcock para explicar el poder del suspense. Hay una bomba debajo de una mesa alrededor de la cual hay personas hablando. Existen dos maneras de narrar esto: la primera de ellas es ocultar al espectador esta información, de forma que cuando la bomba estalla, este se impresiona; la segunda, consiste en hacerle partícipe en todo momento de lo que está ocurriendo. Hitchcock afirmaba que de la primera forma el espectador recibe un segundo de emoción, mientras que de la segunda manera obtiene unas cuantas decenas de suspense.
Pero el tratamiento de Jarmusch es distinto, no busca alargar el momento, no pretende generar tensión alguna, no sigue los pasos del autor de «Psicosis». Entonces, ¿por qué tan obvio? ¿Cuál es el objetivo de soltarnos esa información tan a quemarropa si no es un engaño, no es un despiste y no es un mecanismo para tenernos el vilo? La respuesta es terriblemente sencilla y supongo que evidente para algunos, y se encuentra en mi propia incertidumbre: el objetivo es no hacerte disfrutar la cita, sea como sea.
De esta forma, sin que haya tenido lugar aún, somos conscientes de que algo terrible ha sucedido y lo que habría sido un segundo de dolor, se convierte en varios minutos de algo muy diferente y mucho más incómodo, una mezcla de impotencia y tristeza por ver sus rostros felices ignorando con inocencia lo que seguro que ha ocurrido. En el fondo, no hay nada nuevo. Como en toda la película, la virtud no está en inventar algo, sino en hacer que funcione.
Todo este divagar estúpido es acerca de una escena de un par de minutos, supongo que el hecho de tener este efecto es una prueba más de que es una cinta interesante o la constatación definitiva de que soy tonto. Relacionado con lo primero, hoy me han hecho una pregunta mucho más jugosa hablando de los poemas de Ron Padgett que se recitan a lo largo de la obra. ¿Dio Jarmusch con los poemas y luego escribió la película a medida o hizo la película y buscó después los poemas que encajasen con ella? A medida que se argumente una respuesta u otra, «Paterson» se transforma en algo completamente distinto.
Lo que me gusta de este cineasta es que su cine nunca se agota.