Howard McCain dirige esta surreal y peculiar aventura en la que un hombre de un lejano planeta, persiguiendo a una feroz criatura por el universo termina aterrizando en la Tierra en la época vikinga. Pronto entrará en contacto con los lugareños que (como si la historia de Beowulf y Grendel se repitiera) se verán asediados por la criatura y el humano venido de las estrellas tratará de erigirse en su cazador y héroe.

Este rocambolesco y “freaky” argumento es la columna vertebral de una película que, asumiendo su única intencionalidad de divertir, podría haber resultado bien amena y aceptable… pero se queda a medio camino.
Gran parte de la culpa de que el espectador no logre empatizar con el film es su protagonista James Caviezel (alias Jesucristo en “La Pasión” de Mel Gibson) que va destrozando su carrera con interpretaciones catastróficas como la que ofrece en esta película donde ha de dar vida a un personaje con grandes traumas, grandes éxitos, grandes amores, aventuras y desventuras… viviendo todo ello con una única expresión facial que bien le hace parecer estatua de cera, restando totalmente emoción a cada escena en que surca la pantalla.

Los efectos especiales y maquillaje, otro de los pilares en los que ha de apoyarse un film de estas características, son claramente de segunda línea, con un tufillo a “serie B” (que no resulta desagradable), discretos. Interesante es el diseño de la criatura y las imágenes del flashback en el que nos narra el por qué de su existencia y su furia, aparte de eso poco más… Quizás la caracterización y presentación del pueblo vikingo sea lo más flojo en cuanto al apartado técnico, no cuadran con la imagen que de ellos ha dejado el cine fantástico hasta el momento. Se intenta subrayar el factor de ser Vikingos y se empeñan en presentarlos como si cualquier pueblo campesino de cualquier lugar de la edad media se tratase, resulta un tanto incoherente.

Por lo demás la película se deja ver sin grandes problemas, no es demasiado aburrida ni demasiado molesta (aunque tampoco el colmo de entretenida), es más, pasará por lo ojos del espectador y su mente sin pena ni gloria, sin instalarse en la memoria. Un film para pasar el rato sin más, un tanto decepcionante pero no del todo mala.
Enoch