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Voto de Tylercito:
10
7.6
105,305
Drama. Romance. Comedia. Ciencia ficción
Joel (Jim Carrey) recibe un terrible golpe cuando descubre que su novia Clementine (Kate Winslet) ha hecho que borren de su memoria todos los recuerdos de su tormentosa relación. Desesperado, se pone en contacto con el creador del proceso, el Dr. Howard Mierzwiak, para que borre a Clementine de su memoria. Pero cuando los recuerdos de Joel empiezan a desaparecer de pronto redescubre su amor por Clementine. Desde lo más profundo de su ... [+]
18 de mayo de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Olvídate de mí! es una película sobre el amor (1) y el recuerdo (2).
(2) Olvidar no es la solución, sino el gran problema (pues olvidar u obviar el pasado no enseña: anula), y ¡Olvídate de mí! analiza el dolor que conlleva el olvido por tres caminos alternativos pero confluyentes. A través de la mente de Joel durante el proceso de borrado, vivimos en primer lugar el dolor que trae ser consciente de olvidar. En segundo lugar, experimentamos la rabia y el dolor del olvidado (olvidar el pasado corta los lazos entre las personas y hace imposible la convivencia. Olvidar te anula tanto como ser olvidado). Y finalmente, sentiremos la desesperación que conlleva ser consciente de tu falta de recuerdos a través de Mary.
Olvidar los tropiezos nos lleva a caer ante las mismas piedras, en un demoníaco bucle que nunca termina. Pues el olvidadizo estará interminablemente expuesto a sus antiguas equivocaciones. Nuestros desmemoriados protagonistas viven una especie de eterno retorno del que sólo pueden sacar algo en claro a través de la memoria. Estamos atados a nuestras pasiones, sí, pero también tenemos una memoria que nos puede ayudar a no caer en los mismos errores o, al menos, a estar preparados para la caída.
(1) Pero ¡Olvídate de mí! también es una película sobre el amor. «La comedia romántica más tenebrosa jamás filmada» (Sergi Sánchez dixit). Y es que el amor de ¡Olvídate de mí! no es el amor puerilmente mitificado de cualquier comedia romántica estándar. Aquí el amor es un amor real, con sus fisuras y su poso amargo; y por real, duele.
Podrá torcerse todo, podrás, incluso, augurar que todo ha de torcerse, que esa es la ley: todos perdemos al final. Pero eso no importa, o al menos no importa ahora, ahora que estás enamorado.
Al final vencerá el olvido. Y es por ello por lo que deberíamos aprovechar con intensidad, creo, este hoy vital; este hoy resplandeciente donde reina el amor y el recuerdo. Que Joel, Clementine y todos nosotros aceptemos el fracaso vaticinado por un choros en forma de cassette no tiene por qué llevar a renunciar al juego. Porque eso es la vida y eso es el amor: jugar y apostar por algo aunque las cartas estén marcadas y la partida perdida de antemano.
Por tanto, repito y matizo: ¡Olvídate de mí! es una MARAVILLOSA película sobre el amor y el recuerdo.
Y sin lugar a dudas, el más bello, sincero y realista canto a la vida que he visto en el cine contemporáneo.
(2) Olvidar no es la solución, sino el gran problema (pues olvidar u obviar el pasado no enseña: anula), y ¡Olvídate de mí! analiza el dolor que conlleva el olvido por tres caminos alternativos pero confluyentes. A través de la mente de Joel durante el proceso de borrado, vivimos en primer lugar el dolor que trae ser consciente de olvidar. En segundo lugar, experimentamos la rabia y el dolor del olvidado (olvidar el pasado corta los lazos entre las personas y hace imposible la convivencia. Olvidar te anula tanto como ser olvidado). Y finalmente, sentiremos la desesperación que conlleva ser consciente de tu falta de recuerdos a través de Mary.
Olvidar los tropiezos nos lleva a caer ante las mismas piedras, en un demoníaco bucle que nunca termina. Pues el olvidadizo estará interminablemente expuesto a sus antiguas equivocaciones. Nuestros desmemoriados protagonistas viven una especie de eterno retorno del que sólo pueden sacar algo en claro a través de la memoria. Estamos atados a nuestras pasiones, sí, pero también tenemos una memoria que nos puede ayudar a no caer en los mismos errores o, al menos, a estar preparados para la caída.
(1) Pero ¡Olvídate de mí! también es una película sobre el amor. «La comedia romántica más tenebrosa jamás filmada» (Sergi Sánchez dixit). Y es que el amor de ¡Olvídate de mí! no es el amor puerilmente mitificado de cualquier comedia romántica estándar. Aquí el amor es un amor real, con sus fisuras y su poso amargo; y por real, duele.
Podrá torcerse todo, podrás, incluso, augurar que todo ha de torcerse, que esa es la ley: todos perdemos al final. Pero eso no importa, o al menos no importa ahora, ahora que estás enamorado.
Al final vencerá el olvido. Y es por ello por lo que deberíamos aprovechar con intensidad, creo, este hoy vital; este hoy resplandeciente donde reina el amor y el recuerdo. Que Joel, Clementine y todos nosotros aceptemos el fracaso vaticinado por un choros en forma de cassette no tiene por qué llevar a renunciar al juego. Porque eso es la vida y eso es el amor: jugar y apostar por algo aunque las cartas estén marcadas y la partida perdida de antemano.
Por tanto, repito y matizo: ¡Olvídate de mí! es una MARAVILLOSA película sobre el amor y el recuerdo.
Y sin lugar a dudas, el más bello, sincero y realista canto a la vida que he visto en el cine contemporáneo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
¡Olvídate de mí! es el resultado de la unión de dos genios: Gondry y Kaufman.
Podríamos relatar el guión de esta historia de la siguiente manera: al principio, veremos un falso comienzo (su "segunda primera vez") de la relación afectiva entre Joel y Clementine. Tras esto llegan los títulos de crédito, algo chocante pues ya se nos habían olvidado. Y después comienza la verdadera explicación del relato, que irá abriéndose ante nosotros poco a poco y nos permitirá descubrir, gracias al proceso de borrado, la relación entre Joel y Clementine desde su "primer primer" encuentro hasta la disolución de su relación. Y este enorme, emotivo y no lineal "flashback" nos permitirá comprender el verdadero alcance y significado del encuentro que habíamos visto al comienzo del film.
Cerca ya del final los personajes descubrirán gracias a las cintas de Mary lo que nosotros ya sabíamos. Y al final, con las cartas sobre la mesa, compartiremos con ellos en el clímax de esta historia un mismo punto de vista, en el pasillo frente a frente.
Ante un guión tan aparentemente enrevesado, sin embargo, resulta sorprendente visionar el film y descubrir lo fácil que resulta comprender y seguir la historia. Gondry se ayuda magistralmente de pequeños (las alusiones a San Valentín, el Oh My Darling Clementine o la abolladura en el coche) y grandes (el color de pelo de Clem) recursos para ello, mostrando todo su genio; un genio que queda patente en escenas como el clímax ante las cintas grabadas (el efecto dramático es intensísimo, y sin ese juego de voces discordantes sería muy difícil que el «Vale» final compartido llegase tan hondo al espectador), Joel en casa de sus amigos, relatando cómo fue a visitar a Clementine a la biblioteca y ésta no le reconoció, "Joel niño" pisando charcos o la escena en la biblioteca, donde Gondry pone su maestría visual al servicio de la película, y no la película al servicio de su maestría (algo que no sólo le honra, sino que le hace aún más grande).
Hay muy pocas películas que considere verdaderamente rayanas a la perfección. Persona, Arrebato, La pasión de Juana de Arco, Historie(s) du cinéma... ¡Olvídate de mí! forma parte de este privilegiado grupo. Porque ¡Olvídate de mí! es MI PELÍCULA.
Termino. Los señores de Filmaffinity no me dejan más espacio. Por suerte, en mi blog Joel Loves Clementine pude desarrollar un poco más el análisis de esta maravilla del séptimo arte... ¡Nos vemos en Montauk, amigos!
Podríamos relatar el guión de esta historia de la siguiente manera: al principio, veremos un falso comienzo (su "segunda primera vez") de la relación afectiva entre Joel y Clementine. Tras esto llegan los títulos de crédito, algo chocante pues ya se nos habían olvidado. Y después comienza la verdadera explicación del relato, que irá abriéndose ante nosotros poco a poco y nos permitirá descubrir, gracias al proceso de borrado, la relación entre Joel y Clementine desde su "primer primer" encuentro hasta la disolución de su relación. Y este enorme, emotivo y no lineal "flashback" nos permitirá comprender el verdadero alcance y significado del encuentro que habíamos visto al comienzo del film.
Cerca ya del final los personajes descubrirán gracias a las cintas de Mary lo que nosotros ya sabíamos. Y al final, con las cartas sobre la mesa, compartiremos con ellos en el clímax de esta historia un mismo punto de vista, en el pasillo frente a frente.
Ante un guión tan aparentemente enrevesado, sin embargo, resulta sorprendente visionar el film y descubrir lo fácil que resulta comprender y seguir la historia. Gondry se ayuda magistralmente de pequeños (las alusiones a San Valentín, el Oh My Darling Clementine o la abolladura en el coche) y grandes (el color de pelo de Clem) recursos para ello, mostrando todo su genio; un genio que queda patente en escenas como el clímax ante las cintas grabadas (el efecto dramático es intensísimo, y sin ese juego de voces discordantes sería muy difícil que el «Vale» final compartido llegase tan hondo al espectador), Joel en casa de sus amigos, relatando cómo fue a visitar a Clementine a la biblioteca y ésta no le reconoció, "Joel niño" pisando charcos o la escena en la biblioteca, donde Gondry pone su maestría visual al servicio de la película, y no la película al servicio de su maestría (algo que no sólo le honra, sino que le hace aún más grande).
Hay muy pocas películas que considere verdaderamente rayanas a la perfección. Persona, Arrebato, La pasión de Juana de Arco, Historie(s) du cinéma... ¡Olvídate de mí! forma parte de este privilegiado grupo. Porque ¡Olvídate de mí! es MI PELÍCULA.
Termino. Los señores de Filmaffinity no me dejan más espacio. Por suerte, en mi blog Joel Loves Clementine pude desarrollar un poco más el análisis de esta maravilla del séptimo arte... ¡Nos vemos en Montauk, amigos!