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Voto de Daverunner:
9
Drama Eva (Itsaso Arana) es una chica de treinta y tres años que hace de su decisión de quedarse en agosto en Madrid un acto de fe. Necesita sentir las cosas de otra manera y piensa en el verano como un tiempo de oportunidades. En esos días de fiesta y verbenas se van sucediendo encuentros y azares, y Eva descubrirá que todavía tiene tiempo, que todavía puede darse una oportunidad. (FILMAFFINITY)
21 de agosto de 2019
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasar parte de las vacaciones veraniegas en Madrid puede resultar poco atractivo para quien no conozca la ciudad en sus meses estivales. Una ciudad que siempre ofrece oportunidades tanto para los visitantes de fuera como para sus propios ciudadanos y que a su vez es el lugar perfecto para pasar desapercibido, disfrutar de la soledad o reflexionar sobre la situación personal que cada uno esté pasando.

Eso es, en parte, lo que nos muestra Jonás Trueba en su último y brillante trabajo, La virgen de agosto. Eva -Itsaso Arana- es una chica de treinta y tres años que pasa por una crisis existencial y que decide quedarse en Madrid durante el mes de agosto para encontrar sentido a su situación. En esos días de fiesta y verbena, Eva irá descubriendo cosas de sí misma a la vez que conoce y se encuentra con diferentes personajes.

Las andanzas de Eva durante esas dos primeras semanas de agosto son narradas de manera casi perfecta en la película. Con un tono pausado, que invita a la reflexión, el filme es un retrato de gran parte de la sociedad que está en la misma edad de la protagonista. Las dudas y temores de Eva son extensibles a muchos jóvenes por lo que es fácil conectar con la trama.

Con un guión escrito a dos manos por el director y la protagonista, esas cuestiones existenciales se plantean de forma sencilla mezclando largos y silenciosos planos con otros momentos en los que los diálogos de los personajes remueven al espectador. Esa mezcla de situaciones más tranquilas y reflexivas con aquellas otras más movidas e incluso divertidas hacen que el ritmo de la película no decaiga y que las algo más de dos horas de metraje no se hagan largas.

Además de ser un retrato generacional, La virgen de agosto es un homenaje al verano -que según la protagonista, es la mejor época del año- y a Madrid. Las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y en especial, las de la Virgen de La Paloma centran quizá las dos semanas más especiales de la capital. Días en los que el centro de la capital adopta las formas de cualquier pueblo y en los que las verbenas, procesiones y celebraciones copan calles y plazas emblemáticas provocando un sinfín de singulares sensaciones a los que disfrutamos de ellas.

Lugares icónicos de la capital como la plaza de Cascorro, el Templo de Debod o el Puente de Segovia suponen el marco perfecto para contar los diferentes episodios que Eva experimentará durante esos días. Episodios en los que una rica y variada galería de personajes secundarios -destacando a un sobresaliente Vito Sanz- entran y salen, aparecen, desaparecen y algunos permanecen, enriqueciendo con sus matices, sus propias experiencias y emociones una historia a la que no le sobra ni le falta nada.

Una historia que evidencia el talento de un director que ya había dado muestras de su calidad en sus anteriores trabajos y cuyo estilo y forma de narrar suponen un soplo de aire fresco a un cine patrio que goza de muy buena salud.

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Daverunner
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