Esta película es un homenaje a todos los que, en algún momento de nuestra vida, nos hemos calzado para emprender un camino desconocido que nos daba miedo, pero necesitábamos recorrer antes de rendirnos a la desesperación. Para hacerlo, tuvimos que cargar con ciertos pesos inevitables, y dejar atrás otros que podíamos y debíamos obviar; en definitiva, deshacernos de lo que sobra para seguir caminando con lo que uno realmente necesita.

La historia de Cheryl Strayed puede ser insólita, o al menos poco frecuente, pero es fácil ponerse en la piel de su protagonista y recorrer con ella el camino. Reese Witherspoon lo hace posible peleando con su personaje de un modo absoluto, entregándose a sus vicisitudes de forma total. Las escenas donde Sheryl explora los lados más oscuros de su propio yo son de una veracidad y crudeza extremas; por el contrario, las escenas cotidianas con su madre resultan un tanto vacuas y aburridas, carentes de emoción. En éstas, es Laura Dern quien absorbe el protagonismo, pero su buen oficio no resulta suficiente ante un personaje un tanto frívolo y plano (ejemplo en spoiler).

Por otro lado, el montaje de la película (en concreto, las imágenes de Sheryl caminando entremezcladas con flashbacks) ayudan a aumentar el realismo y crudeza de la historia, siendo casi posible sentir el dolor físico y emocional de la protagonista.

Por desgracia, un final un tanto frío y abrupto ensombrece una película que podía haber resultado mucho más interesante. De este modo, la historia nos deja una sensación de desamparo y hace que languidezca en su conjunto (explicación en spoiler).