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España España · Madrid
Voto de Koonery:
10
Intriga. Thriller Después de ser secuestrado, Paul Conroy (Ryan Reynolds), contratista civil en Irak, se despierta enterrado vivo en un viejo ataúd de madera, sin más recursos que un teléfono móvil y un mechero. El teléfono podría ser el único medio que lo salvara de esa mortal pesadilla, pero la precariedad de la cobertura y la escasa batería parecen obstáculos insuperables en su lucha contra el tiempo: sólo dispone de 90 minutos para ser rescatado ... [+]
3 de septiembre de 2010
149 de 218 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras unos créditos iniciales que sepultan al espectador a pocos metros bajo tierra, llega la más absoluta oscuridad. A falta de iluminación, los demás sentidos se agudizan para empezar a apreciar el sonido del silencio. Durante un instante podemos contener la respiración, antes de que la luz desencadene un torrente de sensaciones angustiosas. La claustrofobia se apodera, inevitablemente, de la sala, que queda reducida a un pequeño espacio entre cuatro paredes de madera. Pero este sufrimiento no da pie a intentar levantar la tapa de la puerta y salir de ella en ningún momento.

El guión que fielmente ha seguido Rodrigo Cortés ("Concursante", 2007) puede presumir de saber mantener el equilibrio emocional en todo momento, algo muy complicado si tenemos en cuenta la extraña naturaleza de este proyecto. Pero también hay que reconocer la escasa verosimilitud que se encuentran en algunos pequeños detalles, como por ejemplo la larga duración del oxígeno, o los motivos por los que el protagonista es enterrado con unos determinados objetos. La estructura queda dibujada bajo la sombra de la llama de un Zippo, generando en ocasiones una pequeña elipsis temporal que interrumpe el tiempo real en el que se enmarca el relato. La luz se convierte así en el hilo conductor, llevando hasta un desenlace que puede considerarse uno de los mayores aciertos de la obra. En él se demuestra que es posible jugar con las dos posibilidades que existen, consiguiendo sorprender en la forma de mostrarlo.

Ryan Reynolds borda la dramatización de cada suspiro, de cada aliento, grito o llanto. Y todo ello a pesar de la dificultad de protagonizar, por cuestiones obvias, prácticamente cada uno de los planos de la película. Y es que, a pesar de la limitación espacial, el director consigue llevar a cabo una gran variedad de tiros de cámara, haciendo que estos no resulten repetitivos. Además, destacan algunos movimientos de 360 grados realizados con grúa. Pero ante una imagen en la que, en muchas ocasiones, solamente podemos intuir figuras, el sonido adquiere una especial importancia. El eco de cada movimiento, unido a una música extradiegética un tanto melodramática, refuerza la tensión de la narración de un modo agradable.

Poco se puede contar del argumento sin estropear esta emocionante experiencia sensorial de noventa minutos. Se trata de una película que debe disfrutarse en una sala de cine o, en su defecto, viéndola en casa (cuando se edite en Blu Ray o DVD) sin interrupciones. Desde luego, "Buried" experimenta con nuevas posibilidades en la gran pantalla, algo poco habitual en las propuestas españolas de los últimos años. Este atrevimiento, por una vez, ha terminado resultando acertado, aunque todo apuntase a la catástrofe en su planteamiento. Espero que el público responda en taquilla y se haga la justicia que no se hizo con la anterior obra de Cortés.
Koonery
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