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Voto de Maggie Smee:
4
24 de febrero de 2023
37 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Babylon” es un cruce entre varias películas. Me temo que la inspiración de Damien Chazelle, una vez más, deja al descubierto sus limitaciones y las costuras de un producto elaborado por él. Parece que hubiera pretendido utilizar “Boogie Nights” tanto en su virtuosismo técnico (aquí sin mucho fundamento), como el repetir dosis de drogas y sexo (de manera más impostada y comedida) que Paul Thomas Anderson tan bien administró en su película, aunque sin su valentía ni su genuinidad.
Pueden encontrarse paralelismos con “El lobo de Wall Street” en su intento de plasmar un “desparrame”, con imágenes más hipnóticas, con algo más florituras y menos “burraqueo” gratuito, que a veces hasta podrían recordar a las fiestas rodadas por Baz Luhrmann, pero careciendo del estilo de Xavier Dolan o la clase de Blake Edwards. Desde luego a mí no me evoca a Bogdanovich con su comedia “Así empezó Hollywood (Nickelodeon)” y nunca, en absoluto, “Babylon” se puede ni se debe comparar con la maldita, excelente y feroz “Como plaga de langosta” y ni con otras que transcurren en época similar.
Es curioso, pero muchas de las películas dramáticas que se ambientan en el nacimiento del cine sonoro, con la excepción de contados ejemplos, han supuesto, como “Babylon”, un rotundo fracaso. De hecho, aunque no lo he podido comprobar en ninguna entrevista, creo que la verdadera simiente de “Babylon” es “Fiesta salvaje” (1975) de James Ivory, protagonizada por James Coco y una recientemente desaparecida Raquel Welch (que salía guapísima y “adaptada” tanto en vestuario y peluquería) aprovechando quizás por ser un film totalmente olvidado en la actualidad y que por eso ningún crítico la ha mencionado, quizás porque también la desconocen. Por supuesto hablo del director´s cut (su versión íntegra) y no de la copia cercenada que en su día se estrenó y de la que, hasta el mismo Ivory, con toda la razón, renegaba de esa versión masacrada. En España tuvimos que esperar varios años para que se estrenara, y aunque no fuera gran cosa ni lo mejor de su director, era una película con cierto interés.
Lo más destacado de “Babylon” es sin duda su desmedida y estupenda dirección artística. El vestuario es muy bonito, así como su variada banda sonora (aunque a veces o bien no sea muy apropiada, martillee en exceso o parezca que beba de Danny Elfman), y su fotografía, que tiene la oportunidad de hacer un trabajo más llamativo de lo que habitualmente vemos en el cine. Todo este barroquismo, muy bien envuelto y, a ratos, muy atrayente, parece emular, en tono más rebajado, films de Gaspar Noé o Ken Russell (incluso ha pretendido emular inútilmente a Bertolucci o Fellini) pero en ningún momento tampoco iguala a los citados, porque Chazelle organiza, orquesta y saca cierto partido, es muy resultón para el público en general, sobre todo visualmente, pero no es un creador, no es un “autor” con sello propio, como era Truffaut (al que en alguna escena pretende emular en su “La noche americana”).
Estamos ante su película más ambiciosa, que creo que es la más lograda que ha realizado, pero que no pasa de ser un pretencioso film del montón, a ratos grotesco, donde sus movimientos de masas y coreografías son demasiado “actuales”, buscando la diversión fácil en un homenaje al cine bastante primario.
Brad Pitt está bien, ha sabido sacar partido de su personaje con carisma y humor, inspirado en John Gilbert, con un físico que puede recordar a Gable y Fairbanks. Está acompañado de Margot Robbie, que además de salir monísima hace un buen trabajo, aunque a veces demasiado cargante, y sobre todo Diego Calva, el mejor, que completa el trío principal. Eso sí, antes de que se me pase, hay un pero que no ayuda a Robbie, y es su descuidado “look” en vestuario y sobre todo en peluquería, que es para fusilar a los departamentos al completo. Si hubiera salido de un “after” en tiempos actuales estaría perfecta, pero no, con esas pintas en los años 20 del siglo pasado, muy posiblemente, la hubieran encerrado en un manicomio y de ahí no hubiera salido jamás. Desde luego, desgraciadamente, no es el año de Robbie como muchos profetizaban que iba a ser, porque además de protagonizar este fiasco en taquilla, también aparece en uno de los mayores “bluffs” del año como es “Ámsterdam”, aunque aquí su trabajo sea superior, cosa que era fácil que pudiera pasar.
El resto de sus actores se pierden más y en otras ocasiones parecen más caricaturas que otra cosa, incluyendo a uno de los productores del film, Tobey Maguire, actor y arriesgado en su faceta de productor que aquí no ha tenido suerte. Sorpresa al ver que en su extenso reparto se encuentran en pequeños roles el director Spike Jonze, el denostado Eric Roberts, a un Lukas Haas que en la actualidad está algo desaprovechado o al “casi invisible” Joe Dallesandro.
Prosigo en la zona spoiler sin reventar nada.
Pueden encontrarse paralelismos con “El lobo de Wall Street” en su intento de plasmar un “desparrame”, con imágenes más hipnóticas, con algo más florituras y menos “burraqueo” gratuito, que a veces hasta podrían recordar a las fiestas rodadas por Baz Luhrmann, pero careciendo del estilo de Xavier Dolan o la clase de Blake Edwards. Desde luego a mí no me evoca a Bogdanovich con su comedia “Así empezó Hollywood (Nickelodeon)” y nunca, en absoluto, “Babylon” se puede ni se debe comparar con la maldita, excelente y feroz “Como plaga de langosta” y ni con otras que transcurren en época similar.
Es curioso, pero muchas de las películas dramáticas que se ambientan en el nacimiento del cine sonoro, con la excepción de contados ejemplos, han supuesto, como “Babylon”, un rotundo fracaso. De hecho, aunque no lo he podido comprobar en ninguna entrevista, creo que la verdadera simiente de “Babylon” es “Fiesta salvaje” (1975) de James Ivory, protagonizada por James Coco y una recientemente desaparecida Raquel Welch (que salía guapísima y “adaptada” tanto en vestuario y peluquería) aprovechando quizás por ser un film totalmente olvidado en la actualidad y que por eso ningún crítico la ha mencionado, quizás porque también la desconocen. Por supuesto hablo del director´s cut (su versión íntegra) y no de la copia cercenada que en su día se estrenó y de la que, hasta el mismo Ivory, con toda la razón, renegaba de esa versión masacrada. En España tuvimos que esperar varios años para que se estrenara, y aunque no fuera gran cosa ni lo mejor de su director, era una película con cierto interés.
Lo más destacado de “Babylon” es sin duda su desmedida y estupenda dirección artística. El vestuario es muy bonito, así como su variada banda sonora (aunque a veces o bien no sea muy apropiada, martillee en exceso o parezca que beba de Danny Elfman), y su fotografía, que tiene la oportunidad de hacer un trabajo más llamativo de lo que habitualmente vemos en el cine. Todo este barroquismo, muy bien envuelto y, a ratos, muy atrayente, parece emular, en tono más rebajado, films de Gaspar Noé o Ken Russell (incluso ha pretendido emular inútilmente a Bertolucci o Fellini) pero en ningún momento tampoco iguala a los citados, porque Chazelle organiza, orquesta y saca cierto partido, es muy resultón para el público en general, sobre todo visualmente, pero no es un creador, no es un “autor” con sello propio, como era Truffaut (al que en alguna escena pretende emular en su “La noche americana”).
Estamos ante su película más ambiciosa, que creo que es la más lograda que ha realizado, pero que no pasa de ser un pretencioso film del montón, a ratos grotesco, donde sus movimientos de masas y coreografías son demasiado “actuales”, buscando la diversión fácil en un homenaje al cine bastante primario.
Brad Pitt está bien, ha sabido sacar partido de su personaje con carisma y humor, inspirado en John Gilbert, con un físico que puede recordar a Gable y Fairbanks. Está acompañado de Margot Robbie, que además de salir monísima hace un buen trabajo, aunque a veces demasiado cargante, y sobre todo Diego Calva, el mejor, que completa el trío principal. Eso sí, antes de que se me pase, hay un pero que no ayuda a Robbie, y es su descuidado “look” en vestuario y sobre todo en peluquería, que es para fusilar a los departamentos al completo. Si hubiera salido de un “after” en tiempos actuales estaría perfecta, pero no, con esas pintas en los años 20 del siglo pasado, muy posiblemente, la hubieran encerrado en un manicomio y de ahí no hubiera salido jamás. Desde luego, desgraciadamente, no es el año de Robbie como muchos profetizaban que iba a ser, porque además de protagonizar este fiasco en taquilla, también aparece en uno de los mayores “bluffs” del año como es “Ámsterdam”, aunque aquí su trabajo sea superior, cosa que era fácil que pudiera pasar.
El resto de sus actores se pierden más y en otras ocasiones parecen más caricaturas que otra cosa, incluyendo a uno de los productores del film, Tobey Maguire, actor y arriesgado en su faceta de productor que aquí no ha tenido suerte. Sorpresa al ver que en su extenso reparto se encuentran en pequeños roles el director Spike Jonze, el denostado Eric Roberts, a un Lukas Haas que en la actualidad está algo desaprovechado o al “casi invisible” Joe Dallesandro.
Prosigo en la zona spoiler sin reventar nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Sigo en la zona spoiler por falta de espacio, sin reventar nada.
Chazelle, en una de sus declaraciones, afirmaba, quizás para defenderse de la pésima acogida de “Babylon”, que levanta pasiones encontradas: o te gusta o la rechazas, y que eso a él personalmente le interesa, que se hagan películas así. Pues no deja de ser una tontería, ya que eso le ha pasado, les pasa y les seguirá pasando a muchas películas. Es algo innato entre espectadores.
Quizás, ante todo este “tsunami” visual y promocional que finalmente queda en un producto que tira más a ser fallido y ramplón que a otra cosa, sin más, cuyo mayor aliciente es ser visto en óptimas condiciones.
En su contra también hay que señalar, como le ha pasado a otros directores que han querido reflejar una orgía en pantalla, que se nota que no han participado en ninguna (o en ninguna “buena”), ya que hay más “postureo” que libido. También es sintomático que no vea a estos pioneros como seres liberales, deseosos de experimentar, si no como degenerados, lo cual los condiciona en todo momento.
Irónicamente, el día del estreno de “Babylon”, con pocos pases y en salas muy contadas, se volvía a reponer “Cantando bajo la lluvia”, que se desarrolla en la misma época, pero esa sí que es un clásico maravilloso que con el tiempo ha ido ganando, aún más sin cabe, desde su estreno. Los que busquen un peliculón deben ir mejor a verla antes que la de Chazelle a la que no puedo ni debo darle el aprobado raspado, por una mera cuestión de dignidad y por mucho presupuesto invertido (y no recuperado) que visualmente aspire a hechizarnos.
Una lástima que un periodo tan interesante para el cine y liberal para la sociedad, no nos cuente nada nuevo, ni con más gracia ni inteligencia de lo que otros ya lo hicieron con menos dinero para fuegos de artificio o en años donde no se podía contar ni la mitad de la mitad.
Chazelle, en una de sus declaraciones, afirmaba, quizás para defenderse de la pésima acogida de “Babylon”, que levanta pasiones encontradas: o te gusta o la rechazas, y que eso a él personalmente le interesa, que se hagan películas así. Pues no deja de ser una tontería, ya que eso le ha pasado, les pasa y les seguirá pasando a muchas películas. Es algo innato entre espectadores.
Quizás, ante todo este “tsunami” visual y promocional que finalmente queda en un producto que tira más a ser fallido y ramplón que a otra cosa, sin más, cuyo mayor aliciente es ser visto en óptimas condiciones.
En su contra también hay que señalar, como le ha pasado a otros directores que han querido reflejar una orgía en pantalla, que se nota que no han participado en ninguna (o en ninguna “buena”), ya que hay más “postureo” que libido. También es sintomático que no vea a estos pioneros como seres liberales, deseosos de experimentar, si no como degenerados, lo cual los condiciona en todo momento.
Irónicamente, el día del estreno de “Babylon”, con pocos pases y en salas muy contadas, se volvía a reponer “Cantando bajo la lluvia”, que se desarrolla en la misma época, pero esa sí que es un clásico maravilloso que con el tiempo ha ido ganando, aún más sin cabe, desde su estreno. Los que busquen un peliculón deben ir mejor a verla antes que la de Chazelle a la que no puedo ni debo darle el aprobado raspado, por una mera cuestión de dignidad y por mucho presupuesto invertido (y no recuperado) que visualmente aspire a hechizarnos.
Una lástima que un periodo tan interesante para el cine y liberal para la sociedad, no nos cuente nada nuevo, ni con más gracia ni inteligencia de lo que otros ya lo hicieron con menos dinero para fuegos de artificio o en años donde no se podía contar ni la mitad de la mitad.