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Voto de Francisco Javier Millan:
8
Drama "Los inconvenientes de no ser Dios" es un retablo de historias breves, que retratan un momento en la vida de diez personajes, que sufren esa angustia que produce no entender qué hacemos en el mundo. (FILMAFFINITY)
2 de diciembre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando camino por la calle, y sobre todo en ciudades o países alejados de mi domicilio, me encanta mirar desde abajo las ventanas que tienen las cortinas abiertas. A través de ese hueco de escasos metros, se pueden vislumbrar habitaciones, librerías, lámparas encendidas y hasta incluso personas en algunas situaciones cotidianas.
Es como meterse brevemente en la vida de una familia o de un individuo, imaginando cómo es su carácter, sus gustos, su forma de trabajar y un largo etcétera de vivencias completamente ajenas a la de uno mismo.
Es algo así como arrebatarle a alguien un pedazo de su existencia y de su cotidianidad.
El director Javier Macipe ha entrado en la casa de gente anónima, creando una serie de personajes producto de la observación de los comportamientos humanos de una manera consciente, pero también inconsciente.
Ya que detrás de un buen director, se encuentra un gran observador, algo que Macipe tiene como seña de identidad dentro de su pequeña pero extraordinaria filmografía.
La mayor parte de sus cortometrajes están basados en ello, y no podría ser menos en lo que resulta ser su salto al largometraje, en una de las operas primas más deliciosas y contundentes del panorama español.
Un prodigio de historia, o más bien de micro historias, que vienen a relatar la vida de unas personas, las cuales sin ningún tipo de artificio dejan entrar una cámara para poder vislumbrar un pedazo de las mismas.
Los espectadores entramos en silencio en sus casas, perfeccionando lo que directores como Jaime Rosales han instaurado en nuestro país.
Macipe tiene el alma del director de “La Soledad” y de “Hermosa juventud”, pero también tiene el talento y la creatividad del Jim Jarmusch de “Noche en la Tierra”.
Y potencia la teoría de un mundo interconectado, llevando al límite los escasos grados de separación que nos unen los unos con los otros. La película logra en escasos minutos arañar unas realidades que el público terminará completando en su cabeza de manera asombrosa.
La resolución episódica se une a la tradición de otros títulos como “Vidas cruzadas”, “Madres & hijas” o “Amores perros”, donde se observan diferentes existencias entrecruzadas entre sí.
El director ha logrado empaparse a la perfección dentro de los límites propuestos de unas condiciones de producción limitadas pero a la vez extraordinarias. Aprovechando cada momento creativo en aras de un film que entra lentamente en tu alma, dejando un poso más que importante.
Gran parte de todo ello gracias a un elenco de actores en estado de gracia, profesionales mezclados con gente completamente desconocida, que actúan con una naturalidad pasmosa. A destacar esa extraordinaria señora que le canta al comprador de las tierras de su marido fallecido, o la presencia de los aragoneses Alfonso Pablo y Javier Aranda, en unos papeles que superan con creces todo lo visto hasta ahora en ellos.
Un título que tan solo tiene el problema de la ausencia de una distribuidora (por el momento) que haga que esta obra sea vista y disfrutada como se lo merece.
Francisco Javier Millan
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