Bebiendo sin disimular del legendario clásico de Miyazaki, era de esperar que fuera una película digna de ver, pero la verdad es que se queda a medio camino de ser una buena película. No tiene ni una fracción de la emoción, ni del interés ni de la profundidad que tiene Mononoke. Al final se queda en una película que pasa por delante de tus ojos sin aportar nada más que un poco de entretenimiento fácil de conseguir con cualquier ficción.