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China China · Desierto de Taklamakán
Voto de Último Materialista:
10
Drama Noriko vive con su padre viudo y cuida de él, pero ya va siendo muy mayor para permanecer soltera. Su padre desearía casarla, aunque ello represente su definitiva soledad. Lo malo es que el candidato a matrimonio se casa con la mejor amiga de Noriko. Su tía Masa le presenta a un joven a su pesar. (FILMAFFINITY)
17 de mayo de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pieza excelsa -otra más- dentro de la filmografía de uno de los poetas más grandes de todos los tiempos. Obra más antigua conocida de Ozu, por desgracia, soslayando la sociedad mínimamente cultivada sus etapas previas, absolutamente imprescindibles.

La pericia poética, el sentido estético del gusto, su estudio profundo de la mundanidad profunda y profundizada hasta un extremo que conecta necesariamente con la sencillez luminosa y densa se hallan en esta pieza imprescindible, heredera y consecuencia directa de sus obras de arte previas (víd. la incomensurable 'Había un padre' o 'El hijo único').

La conciencia histórica más desaforada del mundo previo al capitalismo industrial preservando el actualismo histórico el cual entronca dialécticamente con las diatribas generadas por esta profunda disputa es objetivada formal y sustancialmente por el maestro nipón. La pericia dramática en su decurso extenso es asombrosa, teniendo en cuenta sus intensiones frutcíferas de consolidarse dentro de la policromía estructural del filme, ergo, en su pretensión de conformar un todo complejo e insondable.

La distancia insalvable ontológica y metafísica en lo que se refiere a las estructuras y relaciones de parentesco estilizadas con la mayor delicadeza en el filme se debe a la enajenación provocada por el capitalismo industrial posmoderno, heredero oligofrénico de las sociedades modernas degeneradas. El arte de Ozu es comprensible en su totalidad ontológica -que no metafísica- por medio y gracias a una maduración intelectyal y cultural profunda, opuesta a la entropía lúdico-libidinal hodierna. Su Gracia en sentido metafísico-mundana es incólume: rescoldos sólido de una conciencia olvidad, pataleta informe y heteromorfológica de una agonía ante la frustración del paraíso mundano como resolución inequívoca de la conciencia metafísico-teológica.

Su belleza es incomparable, acaso algo lastrada por el abuso de una música extradiegética que banaliza su densidad mundana sobria y elocuente. Soslayando el irrelevante añadido de esta nos hallamos ante una concetenación maestra que nunca necesitó de refuerzos sinfónicos, en su fructífero intento de sublimar la mundanidad como condición metafísica matricial.

Arte puro y sereno, llanura irredenta e incólume ante el azote de la Historia pirolizada, reservado como testigo de la Metafísica devuelta en dogma resuelto filosóficamente empero quebrado por su devoción intencional habida en el abismo de la incertidumbre.


10
Último Materialista
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