Matt King (George Clooney) es un importante abogado afincado en Hawai que un día ve cómo su vida, y la de sus dos hijas, cambia por completo cuando su mujer sufre un terrible accidente que le deja en un coma profundo. Por si esto fuera poco, King tiene que enfrentarse también a la venta de unas extensas fincas de las que es heredero en una nada fácil negociación con sus primos.

Hace unas semanas leí que, probablemente, George Clooney interpretaba uno de los mejores papeles de toda su carrera en "Los descendientes" y he de decir que estoy totalmente de acuerdo. De hecho me atrevería a decir que si no llega a ser por él, esta cinta no dejaría de ser un film entretenido para pasar un buen rato (a pesar de su dramático guión). Y es que el director (Alexander Payne) consigue despertar la sonrisa, e incluso alguna que otra carcajada, en el espectador en situaciones que no son precisamente cómicas.

Los personajes resultan más que creíbles en sus reacciones, consecuencia directa de haber realizado una selección adecuada de los protagonistas, y las emociones se dejan sentir continuamente a lo largo de sus casi dos horas. Sin embargo, me falta algo más para considerar "Los descendientes" una película por encima del notable raspado. Quizás algún giro en el guión inesperado, más sorpresas, explotar en mayor medida su lado cómico o, por el contrario, enfatizar su dramatismo. "Los descendientes" se queda a medio camino entre el drama y la comedia, lo que hace que el espectador no consiga sumergirse por completo en la interesante historia que nos está contando. Con todo, un largometraje recomendable con un George Clooney (repito) soberbio.