¿Es posible cambiar la conducta de un delincuente a través de terapias de condicionamiento?, ¿podemos asociar la violencia con sensaciones de malestar físico? Kubrick pretende dar respuesta, de manera magistral, a este tipo de preguntas. El líder de una banda de delincuentes altamente violenta es sometido a una terapia que pretende asociar imágenes de violencia extrema con síntomas físicos desagradables (náuseas, vómitos, etc.). La finalidad, como se pueden imaginar, es eliminar todo deseo de violencia por parte del individuo. Si desean comprobar cuál es la eficacia de dicha terapia, no duden en hacerse con esta película. La dirección de Stanley Kubrick es sensacional, no sólo porque consigue unas interpretaciones espectaculares del elenco de actores disponibles, sino también porque es capaz de reducir los grados de violencia de las escenas de mayor dureza de la película mediante fondos sonoros de piezas de música clásica. Una muestra más del director de su manejo e interés por las técnicas de condicionamiento psicológico.