Lo reconozcamos o no, lo curioso de las adaptaciones cinematográficas de videojuegos -pero especialmente las de los más icónicos de tu adolescencia- es que, deteniéndonos individualmente a observarlas, descubrimos que todas en conjunto se unen a un crisol lisérgicamente colorido de blockbusters -en espíritu, no en logros de taquilla- tan desvergonzadamente equipados de un alucinógeno sentido de la fantasía, de unos decorados de cartón piedra, F/X costrosos y vestuarios ridículos tratando de recrear imposiblemente el look original de los protagonistas -el de los videojuegos y el cine todavía eran lenguajes abismalmente distanciados- como de (y ahí viene la parte positiva) una asombrosa capacidad para entretener y divertir, gracias precisamente a la libertad que otorga la conciencia de estar facturando una soplapollez.
Mark Dacascos, Jeff Imada y Al Leong son conscientes de que su función aquí no consiste tanto en exhibir su destreza con las artes marciales como en demostrar que son unos excelentes actores cómicos. Scott Wolf -recién iniciado su camino con el culebrón televisivo 'Cinco en familia'- se ciñe a hacer lo que buenamente puede: nada. A Alyssa Milano -que enchufa a su hermano en el papel... ¡de su hermano!- le quedan de infarto los short con liguero. Y Robert Patrick, bueno, Robert Patrick participó en una de las mejores películas (¿o en la mejor?) de la historia del cine de acción, y en lo que respecta al resto de su filmografía siempre ha hecho lo que le ha salido de las pelotas.
De paso el añorado Michael Berryman ('Las colinas tienen ojos') goza de una breve intervención, mientras que Julia Nickson -aka la novia de Rambo- ejerce de mentora para los héroes.
James Yukich, realizador de videoclips y actuaciones en vivo de W.A.S.P., Iron Maiden, Megadeth o Mariah Carey dirigió sú unico largometraje hasta la fecha.
Buena, lo que se dice buena no es. Para qué engañarnos.