Lo que tenía previsto transformarse en una antología de relatos de terror -premisa que se reservó para la serie televisiva de la franquicia que, a título personal, he de admitir que no he visto- da pie, en base al epílogo de la película anterior ideado por Tom Savini- a la primera secuela protagonizada por un Jason Vorhees todavía en busca de su look definitorio. Aunque su método para trabar relaciones sociales con los turistas que visitan Crystal Lake es, a grandes rasgos, idéntico al que empleaba su difunta madre.
Debuta en la realización Steve Miner ('House', 'Warlock, el Brujo', 'Mandíbulas'), todo un especialista en el género que con el tiempo -además de compatibilizar el terror, al igual que Kevin Williamson, con diversos vehículos románticos o juveniles, como 'Eternamente joven' para lucimiento de Mel Gibson- trabajaría posteriormente con la competencia más directa de Pamela y Jason Vorhees, el psycho killer con una máscara de Bill Shatner, Michael Myers en 'Halloween H20: 20 años después'.
No podrá negarse que el tagline publicitario elegido para esta 2° entrega es extraordinariamente honesto: la cuenta de cadáveres continúa. Pero poco más hay que contar.