Uno de los grandes aciertos de la película es justamente su inicio, en menos de tres minutos de película ya somos puestos en contexto: una revolución cultural tiene en estado de shock y transformación al mundo mientras que el pueblo en que transcurren los hechos es ajeno a todo esto y mantiene una estructura patriarcal clásica, hace oídos sordos a los derechos y libertades que se gritan en otros lugares. Todo esto queda claro en menos de tres minutos, dimensionen lo bien que se presenta esta cinta.

Por otra parte, una decisión inteligente del guión de Petra Volpe fue singularizar a cada una de las protagonistas, es decir, que cada una fuera víctima de una forma de represión particular, con lo que su lucha general cobra mayor relevancia al entenderse como algo que trascenderá en todas y cada una de las mujeres del pueblo.

Pero no sólo las mujeres del pueblo van tomando protagonismo, sino el pueblo mismo como un fenómeno cultural va diciendo presente en la narrativa, basta con referirnos a que el hecho de que una mujer tome el control de su propio cuerpo es motivo suficiente para que, dentro de este territorio, sea llamada una “bicicleta de pueblo”. El pueblo se hace un protagonista en sí mismo, debido a su rol participativo en el desarrollo de la trama y los personajes.

La marginación y exclusión de procesos de desarrollo son ideas que desarrolla El Orden Divino, aunque a veces se sienten muy genéricas, es interesante la forma en que se va mostrando cómo la tradición triunfa, aunque sea inhumana y viole derechos humanos, todo por miedo al cambio.

Para representar el miedo al cambio aparece un hombre mayor que está en la cinta sólo para darle una cara a las viejas maneras patriarcales, pero cumple su función al repetir siempre “en mis días esto no habría sucedido”. Nuestra protagonista, Nora es el cambio y su suegro es la tradición que se aferra a tiempos donde la cultura predominante respondía a dinámicas machistas.

El Orden Divino, a pesar de que desarrolla temas de alta relevancia social, no deja de ser una película con fallos a nivel narrativo, uno de los principales es la constante auto descripción de los personajes para que comprendamos sus motivaciones, se siente cómo si no estuvieran hablando entre ellas mismas sino que le están explicando a la audiencia por qué es importante su lucha, pudo haber sido mucho más sutil en este sentido, máxime después de saberse presentar como una pieza con poder de contextualizar.

La lucha feminista por el sufragio o por sus derechos en general son tópicos que siempre valdrá la pena llevar a la gran pantalla a nivel simbólico, es una manera de honrar y dar vida de nuevo a tantos momentos importantes que ha tenido la mujer a lo largo de la historia, pero considero que debe estar acompañada de una narrativa que la haga sentir natural, El Orden Divino se siente muy formulada y leal a una estructura prefabricada.

Se pone muy interesante de la mitad para adelante cuando la lucha feminista toma un tinte distinto al de víctima que tanto suele dársele, la huelga se convierte en un espacio social con todos sus matices, incluido el humor, son risas genuinas las que provoca este guión sin faltar respeto a una lucha histórica, sino humanizando a sus personajes.

El Orden Divino es un filme imperfecto, pero no que no llegar a ser malo, sólo tiene problemas a la hora de ser consistente, la atención del espectador nunca es del todo capturada. Tiene ideas y personajes que se desarrollan bien para que la trama avance, además de transiciones dinámicas entre el drama y el humor. Pudo haber sido una película más recordable, pero no deja de ser un film que se puede disfrutar y honra la lucha feminista desde la historia de un pueblo recóndito en Suiza.

Escrito por Andrés tejada
https://cinemagavia.es/el-orden-divino-pelicula-critica/