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Voto de davilochi:
8
18 de marzo de 2010
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estas cosas pasan cuando se ve "realismo socialista", no todo el mundo puede ser Tarkovsky y es evidente que Kalatozov no lo fue. Pero todos somos en gran medida hijos de nuestro tiempo y víctimas de nuestras propias debilidades y virtudes. En este caso, al igual que en muchos otros, no podría venir mejor la traída frase de Ortega y Gasset: "Yo soy yo y mis circunstancias". Este director georgiano tuvo algún disgusto en los turbulentos años 30 con la censura stalinista, un buen motivo para dejar de tontear con el idealismo. En cualquier caso Kalatozov fue un gran director en tiempos muy complicados. He dudado al puntuar esta película entre un 8 y un 9, menos no merece, aunque sólo sea por la genialidad técnica que despliega el director a lo largo del film, aunque sólo sea por la belleza del monócromo, aunque sólo sea por el hermoso canto pacifista del final que no desmerece en nada al que hiciera Chaplin en "El gran dictador". Finalmente optaré por un 8 a la espera de un futuro revisionado. ¿Porqué la duda? Saltará a la vista para todo aquel que decida adentrarse en este hermoso film y pido disculpas porque para continuar tendré que desvelar detalles del argumento: la película es doctrinaria, dogmática, los personajes son excesivamente estereotipados y el guión está excesivamente forzado en algunos puntos (es poco creíble que la novia decidiera casarse con el hermano de su novio menos de un año después de que éste partiera a la guerra). La película de Kalatozov es un despliegue de maestría, el objetivo del director es experimentar con las cámaras, con el séptimo arte en su estado más puro, y el del régimen soviético conseguir un film efectista, ideológico. Como demuestra esta película ambas cosas no son incompatibles, por más paradójico que parezca.
Podemos contemplar varias cuestiones de interés desde el punto de vista histórico-social. En primer lugar cómo la guerra trastoca la vida cotidiana de las personas. Esto se observa en la transformación que experimentan los escenarios urbanos de la luminosidad del principio a los tonos ténues que suceden al estallido de la guerra, con calles inundadas de erizos, sacos de arena, etc. Sin embargo Boris entiende que esa luminosidad (propiciada cómo no por la paz y por el régimen soviético) debe ser defendida para poder ser conservada, por eso le dirá a Verónica en su nota que "Nada me puede alejar de tí, pero ¿qué puedo hacer?. Estamos en guerra. Esto es necesario. Uno no puede vivir como antes y divertirse cuando la muerte avanza por nuestra tierra. Ya tendremos tiempo de ser felices". Boris es el prototipo de héroe que se inmola como voluntario en pos de un futuro mejor, de un proyecto colectivo que coincide con sus necesidades y esperanzas, de aquel que hace la guerra para alcanzar la paz.
Podemos contemplar varias cuestiones de interés desde el punto de vista histórico-social. En primer lugar cómo la guerra trastoca la vida cotidiana de las personas. Esto se observa en la transformación que experimentan los escenarios urbanos de la luminosidad del principio a los tonos ténues que suceden al estallido de la guerra, con calles inundadas de erizos, sacos de arena, etc. Sin embargo Boris entiende que esa luminosidad (propiciada cómo no por la paz y por el régimen soviético) debe ser defendida para poder ser conservada, por eso le dirá a Verónica en su nota que "Nada me puede alejar de tí, pero ¿qué puedo hacer?. Estamos en guerra. Esto es necesario. Uno no puede vivir como antes y divertirse cuando la muerte avanza por nuestra tierra. Ya tendremos tiempo de ser felices". Boris es el prototipo de héroe que se inmola como voluntario en pos de un futuro mejor, de un proyecto colectivo que coincide con sus necesidades y esperanzas, de aquel que hace la guerra para alcanzar la paz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por contra su hermano Mark y Verónica representarían la traición a la patria y el egoismo más absoluto, es decir, el modelo a evitar. Verónica sólo puede pensar en su felicidad individual, no es capaz de ver más allá de sus propias necesidades, de comprender su pertenencia a un colectivo mayor. Sin embargo trata de olvidarse de la amarga realidad de la guerra y de sus errores trabajando como voluntaria en un hospital para heridos de guerra, donde se da de bruces con su pecado, porque el pasado siempre nos alcanza y más cuando se trata de un asunto de traición. De este modo es especialmente conmovedora la desesperación de un soldado al enterarse de que su novia ha hecho con él lo mismo que Verónica con Boris. El tío de éste, Fedia, doctor del hospital le dirá al soldado: "Si cambió a una rata de la retaguardia por un héroe de guerra es que no vale un kopeck".
En Boris vemos la guerra convertida en el lugar de realización del arquetipo masculino relacionado con la fuerza, el coraje, la virilidad, la energía, la voluntad de acción, la solidez de nervios, pero, al mismo tiempo, la rectitud moral, la generosidad, el idealismo. Mientras tanto su hermano Mark sería la antítesis de dicho arquetipo, un hombre que ha llevado a cabo un soborno para eludir su deber con la patria, así aparece relacionado con la cobardía, la debilidad y la inmoralidad (le arrebata la novia a su hermano). Un exceso de nerviosismo y de intelectualismo (es un apasionado del piano, sólo se lamenta de que la guerra ha frenado su carrera en seco) a expensas de la actividad física y el sacrificio. Estos son los elementos que debilitan el cuerpo de la nación y lo condenan al declive. La película está mostrando la disolución de las barreras entre el frente y la retaguardia, la necesidad de llevar a cabo una movilización total en todos los ámbitos de la vida, de orientar todos los esfuerzos a la consecución de la victoria.
Sin embargo al final Verónica entiende que su novio entregó la vida por una causa mayor que estaba por encima de su amor, entiende que gracias a su sacrificio será posible la felicidad de millones de personas, entiende que pertenece a algo mucho más grande. "No hemos vencido ni dado la vida en nombre de la destrucción, sino de la creación de la nueva vida". Lucharon porque tal barbarie no fuera posible otra vez.
En Boris vemos la guerra convertida en el lugar de realización del arquetipo masculino relacionado con la fuerza, el coraje, la virilidad, la energía, la voluntad de acción, la solidez de nervios, pero, al mismo tiempo, la rectitud moral, la generosidad, el idealismo. Mientras tanto su hermano Mark sería la antítesis de dicho arquetipo, un hombre que ha llevado a cabo un soborno para eludir su deber con la patria, así aparece relacionado con la cobardía, la debilidad y la inmoralidad (le arrebata la novia a su hermano). Un exceso de nerviosismo y de intelectualismo (es un apasionado del piano, sólo se lamenta de que la guerra ha frenado su carrera en seco) a expensas de la actividad física y el sacrificio. Estos son los elementos que debilitan el cuerpo de la nación y lo condenan al declive. La película está mostrando la disolución de las barreras entre el frente y la retaguardia, la necesidad de llevar a cabo una movilización total en todos los ámbitos de la vida, de orientar todos los esfuerzos a la consecución de la victoria.
Sin embargo al final Verónica entiende que su novio entregó la vida por una causa mayor que estaba por encima de su amor, entiende que gracias a su sacrificio será posible la felicidad de millones de personas, entiende que pertenece a algo mucho más grande. "No hemos vencido ni dado la vida en nombre de la destrucción, sino de la creación de la nueva vida". Lucharon porque tal barbarie no fuera posible otra vez.