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Voto de davilochi:
8
7.2
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Drama
"No tomarás el nombre de Dios en vano": Dorota, una mujer embarazada, visita en el hospital a su esposo moribundo (Andrzej). Segundo de los diez mediometrajes realizados para la televisión por el director Krzysztof Kieslowski y el guionista Krzysztof Piesiewicz, denominados genéricamente "Decálogo". cada uno de ellos se inspira en uno de los Diez Mandamientos. (FILMAFFINITY)
9 de diciembre de 2010
75 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras acabar de ver "Dekalog 2" leí todas las críticas que los compañeros dedicaban a este film, como acostumbro a hacer a menos que el número de éstas sea desmedido. Mi objetivo al hacer esto es encontrar cosas que puedan ser de interés para mí o ver si puedo aportar algo diferente, algo que no haya sido percibido. La única que me ha parecido un poco solvente ha sido la de manuel, pero el resto dicen muchas cosas sin aclarar nada en concreto.
Lo que nos abruma en este film una vez más es la simpleza con que se penetra en la profundidad del ser humano sin grandes artificios. ¿Para qué son necesarios cuando hablamos de personas? Al fin y al cabo cada uno de nosotros sabemos los grandes dramas que se dirimen en nuestro interior, muchas veces ajenos por completo a aquellos que nos rodean. Creo que en cierto sentido es lo que vienen a decir todas y cada una de las películas del Decálogo, que mientras la vida para en un momento concreto para unos para otros sigue su curso "normal".
Hay varias cosas curiosas que a mí me parece oportuno destacar para contribuir a una mejor comprensión de esta obra de Kieslowski. En primer lugar la relación del mandamiento con el contenido del film: "No tomarás el nombre de Dios en vano" hace que el juramento en forma de rebeldía sea tenido por blasfemia de acuerdo con la doctrina católica. El momento cumbre del film es aquel en que el doctor jura a la señora Geller que su marido morirá, es ahí donde se pone de manifiesto la relación del film con el segundo mandamiento. Pero, ¿cómo llegamos hasta aquí?
Nos encontramos con dos protagonistas principales en torno a los que toma forma la historia: el doctor y la señora Geller. De lo que anida dentro del primero se nos van dando pequeños trazos conforme avanza el film, si bien Kieslowski pospone hasta casi el final aquello que nos dará la clave para entender el proceder de éste con respecto a la señora Geller. En cuanto a ésta podemos decir que es el vértice superior de un triángulo isósceles cuyos otros vértices son su marido, afectado por un cáncer que se halla en su fase de metástasis y un amigo al que quiere de igual modo que al primero y que la ha dejado embarazada, algo que había resultado imposible con el primero. Que la criatura que se está gestando en el interior de la señora Geller pueda ver un día la luz dependerá de que su marido viva o muera, lo cual hasta cierto punto resulta un tanto macabro. De hecho el carácter macabro de la situación en que vive sumida la señora Geller se dejará notar en la fantástica actuación de Krystyna Janda, sumida en los remordimientos por saber que hay algo mal calculado en su vida, avanzando a tientas hacia un futuro incierto que pende de un hilo, de la pura fortuna o intervención divina (para los creyentes; las interpretaciones que se pueden hacer a las películas de Kieslowski son siempre muy variadas).
Lo que nos abruma en este film una vez más es la simpleza con que se penetra en la profundidad del ser humano sin grandes artificios. ¿Para qué son necesarios cuando hablamos de personas? Al fin y al cabo cada uno de nosotros sabemos los grandes dramas que se dirimen en nuestro interior, muchas veces ajenos por completo a aquellos que nos rodean. Creo que en cierto sentido es lo que vienen a decir todas y cada una de las películas del Decálogo, que mientras la vida para en un momento concreto para unos para otros sigue su curso "normal".
Hay varias cosas curiosas que a mí me parece oportuno destacar para contribuir a una mejor comprensión de esta obra de Kieslowski. En primer lugar la relación del mandamiento con el contenido del film: "No tomarás el nombre de Dios en vano" hace que el juramento en forma de rebeldía sea tenido por blasfemia de acuerdo con la doctrina católica. El momento cumbre del film es aquel en que el doctor jura a la señora Geller que su marido morirá, es ahí donde se pone de manifiesto la relación del film con el segundo mandamiento. Pero, ¿cómo llegamos hasta aquí?
Nos encontramos con dos protagonistas principales en torno a los que toma forma la historia: el doctor y la señora Geller. De lo que anida dentro del primero se nos van dando pequeños trazos conforme avanza el film, si bien Kieslowski pospone hasta casi el final aquello que nos dará la clave para entender el proceder de éste con respecto a la señora Geller. En cuanto a ésta podemos decir que es el vértice superior de un triángulo isósceles cuyos otros vértices son su marido, afectado por un cáncer que se halla en su fase de metástasis y un amigo al que quiere de igual modo que al primero y que la ha dejado embarazada, algo que había resultado imposible con el primero. Que la criatura que se está gestando en el interior de la señora Geller pueda ver un día la luz dependerá de que su marido viva o muera, lo cual hasta cierto punto resulta un tanto macabro. De hecho el carácter macabro de la situación en que vive sumida la señora Geller se dejará notar en la fantástica actuación de Krystyna Janda, sumida en los remordimientos por saber que hay algo mal calculado en su vida, avanzando a tientas hacia un futuro incierto que pende de un hilo, de la pura fortuna o intervención divina (para los creyentes; las interpretaciones que se pueden hacer a las películas de Kieslowski son siempre muy variadas).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tanto es así que el vaso de su vida no sólo no se desbordará, sino que directamente se romperá. Es decir, ella misma está siendo algo así como la propia ejecutora de su, en cierto modo, muerte, al menos en lo espiritual, consumida por las dudas como esos cigarrillos que constantemente fuma (mostrando, por otro lado, poco aprecio por lo que alberga en su seno que un día, cuando se halle en vida podrá sufrir las consecuencias de sus excesos).
El doctor asumirá en función de la experiencia traumática extraída de su pasado el papel de divinidad, el papel que parecía rechazar es el que toma cuando constantemente trata de ganar tiempo para que todo pueda salir del modo que él (siempre según esa experiencia de pérdida de sus seres queridos que cuenta a la limpiadora, de ahí que de la vuelta a las fotos de sus retoños ante la visita de la señora Geller, pues no quiere que ésta piense que está condicionado de algún modo), a su juicio, cree más conveniente esperando que se geste una especie de milagro que vendrá dado en la repentina recuperación del señor Geller. La misma mañana el doctor había jurado a la señora Geller que su marido no viviría, consiguiendo justo en el límite marcado por el reloj (porque en cierto sentido la película es una carrera contrarreloj) que ésta rechace la posibilidad de abortar, para lo cual ya había concertado una cita con su ginecólogo. La película concluirá con la pregunta del orgulloso señor Geller: "Voy a tener un hijo, ¿tiene usted idea de lo que es eso?". El doctor quedará pensativo un momento como si tratara de comprender qué hizo que él no pudiera ser tan afortunado como su paciente.
Por terminar diré que una vez más se manifiesta esa dicotomía entre la Polonia comunista y la Polonia tradicional. Valga el tratamiento del tema del aborto como algo normal en la Polonia de aquel entonces, carente de prejuicios, al menos en teoría y en esta circunstancia (la señora Geller es evidente una mujer liberal de clase media, lo cual cambiaría mucho si fuéramos a la Polonia rural). Por otro lado está el doctor que no es que tenga una motivación religiosa para tratar de que la señora Geller tenga ese hijo, sino en su experiencia personal, pero sin embargo hay cierto misticismo en su figura, de aquel que pone la otra mejilla a la vida y continúa a pesar de las desgracias que le acontecen. Pero no menos interesante es el tema del juramento del doctor, que lo convertiría en un blasfemo a ojos de un católico. La exención del segundo mandamiento recae sobre las autoridades religiosas legítimas para enunciarlo. En este caso es evidente que Kieslowski está manifestando su acuerdo con el hecho de que el hombre se convierta en autoridad legítima para actuar en pos de lo que éste considere bueno, es decir, un modo de vivir la religión mucho más activo.
El doctor asumirá en función de la experiencia traumática extraída de su pasado el papel de divinidad, el papel que parecía rechazar es el que toma cuando constantemente trata de ganar tiempo para que todo pueda salir del modo que él (siempre según esa experiencia de pérdida de sus seres queridos que cuenta a la limpiadora, de ahí que de la vuelta a las fotos de sus retoños ante la visita de la señora Geller, pues no quiere que ésta piense que está condicionado de algún modo), a su juicio, cree más conveniente esperando que se geste una especie de milagro que vendrá dado en la repentina recuperación del señor Geller. La misma mañana el doctor había jurado a la señora Geller que su marido no viviría, consiguiendo justo en el límite marcado por el reloj (porque en cierto sentido la película es una carrera contrarreloj) que ésta rechace la posibilidad de abortar, para lo cual ya había concertado una cita con su ginecólogo. La película concluirá con la pregunta del orgulloso señor Geller: "Voy a tener un hijo, ¿tiene usted idea de lo que es eso?". El doctor quedará pensativo un momento como si tratara de comprender qué hizo que él no pudiera ser tan afortunado como su paciente.
Por terminar diré que una vez más se manifiesta esa dicotomía entre la Polonia comunista y la Polonia tradicional. Valga el tratamiento del tema del aborto como algo normal en la Polonia de aquel entonces, carente de prejuicios, al menos en teoría y en esta circunstancia (la señora Geller es evidente una mujer liberal de clase media, lo cual cambiaría mucho si fuéramos a la Polonia rural). Por otro lado está el doctor que no es que tenga una motivación religiosa para tratar de que la señora Geller tenga ese hijo, sino en su experiencia personal, pero sin embargo hay cierto misticismo en su figura, de aquel que pone la otra mejilla a la vida y continúa a pesar de las desgracias que le acontecen. Pero no menos interesante es el tema del juramento del doctor, que lo convertiría en un blasfemo a ojos de un católico. La exención del segundo mandamiento recae sobre las autoridades religiosas legítimas para enunciarlo. En este caso es evidente que Kieslowski está manifestando su acuerdo con el hecho de que el hombre se convierta en autoridad legítima para actuar en pos de lo que éste considere bueno, es decir, un modo de vivir la religión mucho más activo.