Cuando David Fincher eligió los actores sabía lo que hacía.
Necesitaba un policía que representara la experiencia y nadie como Morgan Freeman sabe transmitir la tranquilidad y serenidad a sus películas. Su compañero debía ser el policía inexperto pero que funcionara a base de impulsos y en eso Pitt es inigualable... es el rebelde por excelencia del cine actual con un aire de arrogancia que lo convertía en el candidato perfecto para este papel.
Pero sin duda su gran acierto fue la elección del "malo de la película", un personaje que representara la frialdad y el autocontrol, y con Kevin Spacey dio totalmente en el clavo.
Cuando se mezcla este plantel y le das los papeles que se amoldan totalmente a sus personalidades sale como resultado este gran film.
Cabe destacar que no se recrea en la morbosidad y en los tiempos que corren es de halagar ya que hubiera sido realmente sencillo.
El final es escalofriante con el último diálogo Spacey-Pitt.
Nadie debería dejar pasar la oportunidad de ver la película.