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España España · Barcelona - Santa Cruz de Tenerife
Voto de Beatlespock:
3
Fantástico. Comedia. Infantil Charlie Bucket (Freddie Highmore), un niño muy bueno de una familia muy pobre, gana un concurso para disfrutar de una visita de un día a la gigantesca fábrica de chocolate del excéntrico Willy Wonka (Johnny Depp) y su equipo de Oompa-Loompas. Cuatro niños más de diferentes partes del mundo lo acompañarán a través de un mundo fantástico y mágico lleno de diferentes sabores.
7 de enero de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Charlie y la fábrica de chocolate" ha sido una de las novelas que más me ha influido. La leí y releí un montón de veces cuando era niño y adolescente y sigo devorándola al menos una vez al año, siendo adulto. Roald Dahl creó una obra maestra repleta de ternura, crítica ácida en un mundo dulce y exquisita ironía de la sociedad desprovista de valores, en las cuales sólo los niños tienen la llave de la esperanza del cambio. El genial Willy Wonka con sus bailecitos, sátiras y salidas de tono deliciosas, el abuelo Joe con sus cabriolas a los 97 años, los Bucket y su rectitud, los otros tres abuelos sabios y alguno un poco cascarrabias como la abuela Georgina y las payasadas de los Oompa-Loompas, volaban a través de mi imaginación transformándose en personajes y héroes indiscutibles en una sociedad podrida por el dinero.

Entrado en los 30 años, recuerdo cuando me enteré de que habían adaptado la novela a la gran pantalla, con Johnny Depp haciendo de Willy Wonka y pensé "Esto tiene que ser condenadamente bueno, tengo que ver esta película ya". Y me fui raudo a los multicines del Maremagnum de Barcelona en la víspera del Torneo Internacional de Ajedrez de Sants de 2005, en el que participaba.

Desastre sin paliativos. Acción plana, actores sin ganas que seguro que no se leyeron la novela, o si se la leyeron, no la sintieron; Depp que no sabe qué hacer con el genio de Wonka y lo convierte en un cruce entre Michael Jackson y Freddie Mercury con problemas psicológicos; Christopher Lee que ya no te acuerdas si es el Conde Dooku, un personaje del Señor de los Anillos o una réplica de Scrooge, una Bonham-Carter como la madre de Charlie que no tenía que ser glamourosa, en fin, una prostitución argumental y moral de la novela imperdonable continua mediante una catarata de medios técnicos que, paradójicamente, congela la acción y cercena la riquísima paleta pictórica de los personajes originales. Los odiosos niños de la novela quedan aquí reducidos a un puñado de payasetes sin gracia que parecen recién sacados de cualquier instituto de primaria de serie de TV española. Al menos, la banda sonora es un ejercicio correcto de actualizar las coreografías de los Oompa-Loompas con dosis de Queen, Beach Boys, beat británico y algo de funky setentero.

Olvidaos de esta amalgama psicodélica sin valor y leed sin pensarlo la obra original de Roald Dahl. Y recemos para que la secuela cinematográfica "Charlie y el gran ascensor", literariamente tan deliciosa y con más dosis de locura, sea cinematográficamente un producto más aceptable y hecho con amor a la obra original, y no simplemente para recaudar dólares. Y, por favor, que no den vueltas de tuerca al argumento original para actualizarlo al siglo XXI...

Suerte que, al día siguiente de ver la película, no se me presentó mi contrincante ajedrecístico a jugar, porque yo hubiese empezado el torneo con un rosco más grande que Augustus Gloop después de tanta resaca de psicodelia visual enervante y vacua.
Beatlespock
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