Isabelle: “A veces creo que todo mi mundo se reduce a mi hermano Theo, y sólo maldigo esa línea invisible que me impide tenerlo aún más cerca, Theo desnudo casi tocando mi cuerpo observando el mío más desnudo aún, y los minutos que trascurren lentamente acelerando mi deseo. Matthew, nuestro invitado, es un buen chico y será solo cuestión de tiempo. Matthew como sustituto de Theo, cuando me haga mujer solo quiero que Theo lo vea todo. Sentiré a Matthew pero no será él en quien piense...”

Theo: “Isabelle, lo único que amo. La proyección femenina de mi alma. Ella tiene que separarse de mí. Pero es tan difícil para ambos. Maldigo al tabú que nos angustia, el sexo que nos golpea. Cuando éramos niños no conocíamos la soledad. La carnalidad creciente de nuestros juegos nos asfixia. Necesitamos a Matthew. El nos ayudará. Parece tan inocente. Es perfecto, y aún así tengo tantas dudas...”

Matthew: “Estoy tan fascinado como perdido. ¿Qué hago yo aquí? Me intuyo como un intruso en un microcosmos que hasta mi llegada era tan perfecto como cerrado. Solo sé que quiero ser amigo de Theo, no su rival. ¿Y ella? Me parece tan imposible que se fije en mi, pero si no ¿Para que me han escogido? Isabelle, sé que ahora soy tu juguete pero no me hagas daño. El miedo se está apoderando de mi y aún así quiero permanecer a tu lado, sean cual sean las directrices del juego...”

Y mientras las calles de París simulaban arder la verdadera revolución estallaba en el piso donde Matthew, Theo e Isabelle intercambiaban sus pieles ajenos a desordenes pasajeros en el momento más crucial de sus vidas.La revolución en su máximo esplendor está donde se rompe la norma y se ama sin barrera. Los que no estaban allí probablemente se la perdieron, porque en realidad solamente ellos tres habían acumulado al final de su experiencia la suficiente, pasión, rabia y fuerza vital como para lanzar una piedra.

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