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España España · Zaragoza
Voto de cassavetes:
7
Drama Estados Unidos, años 50. Jack (Hunter McCracken) es un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre (Jessica Chastain) encarna el amor y la ternura, su padre (Brad Pitt) representa la severidad, pues la cree necesaria para enseñarle al niño a enfrentarse a un mundo hostil. Ese proceso de formación se extiende desde la niñez hasta la edad adulta. Es entonces cuando Jack (Sean Penn) evoca los momentos trascendentes ... [+]
26 de septiembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El árbol de la vida de Terrence Malick. Punto y aparte.

El árbol de la vida tiene un punto y aparte porque la misma película comienza con un punto y aparte, más que paréntesis. La creación cósmica (el efecto digital usado como vehículo para la narración, en estos tiempos de desmadre tecnológico, superfluo) que firmaría un Kubrick de hoy llena la pantalla de unos minutos de conmoción. Malick. Punto y aparte. Él mismo es un punto y aparte, a la hora de analizar su obra, su película última.

Todavía con el regocijo propio de ver ese universo creado por Malick, da inicio la historia per se. Dos. La que se ve, el fascismo que inunda América por todos sus poros (es Waco la ciudad en la que viven, ¿no? Waco año 1994) y la que Malick nos obliga, atención a la palabra porque es ésa, nos o-bli-ga a ver. Por eso Malick crea tantos interrogantes, nos descoloca con secuencias que nos molestan, nos irritan, nos incomoda en la butaca, nos llegamos a preguntar por qué cojones monta en ese momento determinado ese plano, todo eso que hace a propósito (y lo lleva haciendo desde hace cuarenta años). Momento que introduce en el montaje que puede ser por el contrario un momento de soberana sublimación artística. Dos caras también ahí. Malick bipolar.

Viendo El árbol de la vida te creas problemas de ese tipo a medida que avanza la película. Que llega un momento en que pasas de todo, olvidas la mosca cojonera en que a veces se convierte Malick y simplemente ves. Ves cine, por momentos cine auténtico. Cine de montaje, de aspecto técnico. Y si merece el Oscar Emmanuel Lubezki al mejor fotógrafo es porque su trabajo, extraordinario y admirable, es de los que no se dejan ver. Caes al final, cuando ves su nombre en los créditos y te dices: he caminado toda esta mañana sin darme cuenta. Y encima me siento bien.

Malick, tantos interrogantes y dudas como respuestas que faltan. Porque es una película abierta. No final abierto. Película abierta. Tú te creas tus conclusiones, separas el grano de la paja. He visto situaciones forzadas en El árbol de la vida. Apuesto por un heterogéneo grupo de opiniones no cuanto a esas conclusiones, sino ya en las interpretaciones parciales de cada uno de los segmentos. Películas abiertas así lo permiten.

Malick, para bien o para mal, ha hablado. Y nosotros habremos sentencia. Dicho ello entre paréntesis o interrogantes.
cassavetes
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