Hay algunos aspectos que rechazo en Melancolía, pero termino por compartir más cosas de las que ha preparado Lars Von Trier para su Melancolía. La primera parte, la boda y los desencuentros familiares, ya la hemos visto en el estilo Dogma y adyacentes. No es que sea una copia exacta pero irremediablemente te transporta a ello. No es Festen aunque recuerda. Y casi te traslada a Rompiendo las olas. Me interesa mucho más la segunda parte. After the wedding. Me interesa ese tono particularmente crepuscular que adopta el personaje de Kiefer Sutherland, uno de los actores que menos te imaginarías en una película de la factoría Zentropa. Tono apocalíptico que acompaña a la parte de la película que más debió de atraer creativamente hablando a Von Trier. De la primera parte hay detalles magníficos (no quiero ver a la novia que me ha destrozado la boda). No me maravilla pero se acepta.

En la segunda parte veo que es cuando Von Trier se desmelena, es cuando más es él, a pesar de que hay tantos elementos suyos reconocibles en la boda. Es donde le veo que puede innovar en algo, donde le veo que añade un plus a su filmografía. ¿Larga? La boda, si eso. Pero no se me ha hecho eterna. Le veo los tiempos, sobre todo en los (tiempos) muertos de la boda y la lógicamente contemplativa segunda parte (dónde demonios se desarrolla la acción y que no lo sepamos, gran acierto). Kirsten Dunst da un paso en su casi anodina carrera de cine ñoño. De vez en cuando da pasos. Charlotte Gainsbourg se afianza como chica Von Trier, aunque tampoco me parece una estupendísima actriz, pero lo hace muy bien. El resto del elenco parece llamado a una reunión de amigos por parte del director. Están correctos y “usados” en beneficio de Trier y la historia. Hay un par de escenas en las que Kirsten Dunst da dos de pecho. Bien por Von Trier.

En resumen. La boda es Von Trier pasado, con la acidez y la mala baba Dogma pero con unos años de más. Después de la boda, Von Trier del futuro, quizá, alejado de fanfarronadas y declaraciones fuera de tono. Wagner escuchado en boca de Von Trier, por cierto, emociona. En algún momento, sólo en algún momento, te recuerda al año 91 y Europa. Tiene que probar cosas y revisitarse un poco. Seguir el camino trágico y minimalista de la segunda parte de Melancolía. Pero Von Trier lo hará sin dejar de ir su bola.