Juan Diego Botto nos empuja al vació del drama diario de los desahucios a través de cuatro historias que tienen en común un “lanzamiento” judicial inminente de sus hogares. Cada unidad familiar ha llegado a esta situación por impagos o ante la imposibilidad de acometer la hipoteca existente por diferentes causas, bueno no, hay una historia que no tiene nada que ver con ese tema sino con otra desdicha también de índole social.

Las historias son desoladoras, pero la concatenación de desgracias mientras a la vez se elabora un discurso reivindicativo no mejora por ello la empatía del espectador, sino que a veces induce al efecto contrario. En el cine muchas veces menos es mas y el espectador no necesita que le subrayen constantemente donde debe llorar y donde debe alzarse contra las injusticias. No obstante es el primer largo que Botto acomete y el resultado es muy favorable porque la película, aunque irregular, muestra furia y ganas de contar historias terribles que ocurren al lado de nuestras casas.

Mención especial para Penélope Cruz, tremenda ante su próximo desahucio y Luis Tosar como ese activista tan preocupado en salvar la humanidad que se olvida de sus propia familia. Cumplen también Juan Diego Botto y el joven Christian Checa que desarrolla un bonito papel como el adolescente incrédulo que se redime al final con las causas que denuncia su “padre”.